ABC - Cultural

LAS HORAS DESESPERAD­AS DE UN PRESUNTO CULPABLE

Charles Williams cuenta en «La larga noche del sábado» una historia de mujeres fatales, crímenes y suspense en la América profunda

- POR PEDRO G. CUARTANGO

Charles Williams es un escritor muy poco conocido en España. Pero fue catalogado durante dos décadas como uno de los autores estadounid­enses más solventes en el género del thriller. Fue un creador prolífico que escribió más de 20 novelas en el periodo comprendid­o entre 1951 y 1973. Trabajó también como guionista para la industria de Hollywood, que llevó al cine una docena de sus obras.

Williams perdió a su mujer a causa de un cáncer. Su muerte le sumió en una profunda depresión, agravada por las deudas. Dejo de escribir y se suicidó en abril de 1975 con 65 años. Vivía en California, donde se había trasladado a comienzos de la década de los 50 para iniciar su carrera literaria. Había sido marino mercante, pero en realidad su profesión era técnico en electrónic­a.

ARTESANO DE LA NOVELA NEGRA. La larga noche del sábado, publicada en 1962, es tal vez su novela más notable. Ganó la Gold Medal como mejor libro de suspense del año en Estados Unidos. Y fue llevada al cine por François Truffaut en 1983 con el título ¡Vivement dimanche!, que fue su última película y cosechó un gran éxito en Francia. Sus protagonis­tas eran Jean-Louis Trintignan­t y Fanny Ardant.

Charles Williams, nacido en Texas en 1909, era un artesano de la novela negra con un esquema muy definido en el que combinaba el sexo con el crimen, en muchas ocasiones, provocado por las mujeres fatales que tanto le atraían. No eran tramas demasiado originales, pero sus libros están escritos con un ritmo que atrapa al lector desde la primera página. Es el caso de La larga noche del sábado.

La historia se condensa en 48 horas en las que el empresario inmobiliar­io John Warren tiene que demostrar que no es el asesino. Todas las evidencias apuntan en su contra.

REGUERO DE SANGRE EN LA HUIDA. Estaba cazando al amanecer en un paraje solitario junto a uno de sus clientes, sospechoso de ser amante de su esposa, que es asesinado con una escopeta. Y, ese mismo día, la situación se vuelve desesperad­a cuando Warren encuentra en su casa a su mujer con el cráneo destrozado por el golpe de una estatuilla.

Williams construye un contexto en el que resulta casi imposible demostrar que es inocente porque Scanlon, el sheriff de la ciudad, va acumulando pruebas que apuntan a Warren: su esposa se había fugado a Nueva Orleans para apostar en las carreras de caballos, la víctima asesinada en el bosque chantajeab­a a su mujer por sus infidelida­des sexuales y todos los indicios situaban en su domicilio al sospechoso cuando el cadáver aparece brutalment­e golpeado en el dormitorio conyugal.

Por último, va dejando un reguero de sangre en su huida y golpea a una testigo. Su abogado no sólo no le defiende, sino que contribuye a acrecentar las certezas de la Policía contra el presunto culpable.

TODA CLASE DE ADAPTACION­ES CINEMATOGR­ÁFICAS. Pero en el último momento, cuando todo parece perdido, la narración da un giro vertiginos­o y Warren logra demostrar su inocencia gracias a su secretaria. El lector sabe desde el primer momento que es una víctima de las apariencia­s, pero el autor de la novela tiene la habilidad de crear un contexto en el que los hechos y los testimonio­s son abrumadore­s contra el protagonis­ta.

Cuando se lee la obra, resulta muy evidente queCharles Williams estaba ya pensando en la adaptación cinematogr­áfica de esa larga noche del fin de semana en la que Warren se oculta en la ciudad y recorre sus calles como un fantasma para buscar pruebas que sustenten que no es un asesino ni un psicópata, como sus conciudada­nos creen.

El ambiente de la novela es opresivo y angustioso, ya que la acción se desarrolla en Carthage, una mediana población de Missouri, de costumbres provincian­as y prejuicios arraigados, donde los vicios se disimulan tras una fachada de honorabili­dad. Williams describe unos personajes que, en realidad, no son como parecen. Incluso los agentes policiales llevan una doble vida y son susceptibl­es de ser corrompido­s.

La larga noche del sábado es una pequeña joya literaria que merecería la pena rescatar, como algunas otras novelas de este escritor con un oficio con el que se ganó el respeto de otros maestros del género como Raymond Chandler y Ross Macdonald que elogiaron su talento.

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Williams escribió entre 1951 y 1973
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