ABC - Cultural

La emoción del reencuentr­o

El Teatro Real ofrecerá más de veinte funciones con cuatro repartos distintos

- JULIO BRAVO

«Libiamo, libiamo ne’lieti calici»... Pocas veces, a buen seguro, se cantará y se escuchará con tanta alegría –y emoción– el celebérrim­o brindis del primer acto de La Traviata. Ha sido muy laborioso poner en pie estas funciones con las que el Teatro Real recupera la voz después de cuatro meses de silencio; de hecho, todavía siguen los responsabl­es del coliseo –con su director artístico, Joan Matabosch, al frente– tratando de encajar todas las piezas. Lo único seguro, dice, es que se llevarán a cabo más de veinte funciones; que la primera será el 1 de julio y que el aforo será del cincuenta por ciento (unas ochocienta­s personas por representa­ción).

Son muchas las piezas de este puzle que es una función de ópera en estas circunstan­cias. No solo hay que garantizar la seguridad de los espectador­es y trabajador­es en los pases (toma de temperatur­a, mascarilla­s, etcétera), sino en los ensayos también. Y en eso está el teatro. Una de las preguntas que surge es la presencia de la orquesta en el foso. «No está decidido, pero segurament­e estarán –dice Matabosch–, básicament­e porque los músicos quieren estar; nuestro foso tiene tres opciones de tamaño, y usaríamos el de mayor amplitud, que se utiliza por ejemplo en las

óperas wagneriana­s, y que nos permite en La Traviata, que tiene una plantilla orquestal más pequeña, mantener la distancia de seguridad entre los músicos».

Cuatro repartos distintos se alternarán en las diferentes funciones. Tampoco aquí hay absoluta seguridad –no la tienen ni los cantantes– de cuántas hará cada uno y con qué colegas. Pero Matabosch sí puede anunciar (salvo sorpresa de última hora) a las sopranos Marina Rebeka, Ruth Iniesta, Ekaterina Bakanova, Lisette Oropesa y Lana Kos, que se alternarán como Violetta; los tenores Michael Fabiano, Ivan Magri, Matthew Polenzani e Ismael Jordi, en el papel de Alfredo. Y los barítonos Artur Rucinski,

Nicola Alaimo, Luis Cansino y Javier Franco. «La mayoría estaban previstos ya», dice (La Traviata se iba a presentar en los meses de mayo y julio). Se ofrecerá una versión semiesceni­ficada que dirigirá Leo Castaldi, «que era quien estaba previsto que asistiera a Willy Decker en la puesta en escena originalme­nte prevista», y en la dirección musical se alternarán Nicola Luisotti y Luis Miguel Méndez.

Tanto Ruth Iniesta como Ismael Jordi admiten que van a ser unas funciones muy especiales. «Es un proyecto muy emotivo, que es absolutame­nte necesario, no solo para los artistas, sino para el público también; para que veamos la luz al final del túnel después de tanto dolor», dice la soprano. «No veíamos la luz –incide Jordi–. Van a ser funciones muy especiales por todo el horror que hemos vivido estos meses; y estamos todavía sumidos en la incertidum­bre. No sabemos –al menos yo– ni cuántas funciones voy a cantar ni con quién. Solo sé que el 19 de junio tengo que estar en Madrid para comenzar los ensayos».

Ruth Iniesta cantó el papel de Violetta Valery por primera vez hace un año en Palermo. «Lo retomo ahora más reposado. Es un papel muy comprometi­do porque es enormement­e emotivo, es un tiovivo emocional; hay que tener la mente fría y una concentrac­ión total para mantener el control psicológic­o, fundamenta­l para el control vocal».

«He pensado mucho en estos cuatro meses de confinamie­nto en el momento en que volviera a subir al escenario –añade Ismael Jordi, que ha cantado el papel de Alfredo Germont en más de un centenar de ocasiones–. Es el personaje que he interpreta­do más veces, pero, ¿estaré más emocionado de lo normal? Es una obra tan bella y dramática... Pero sí, habrá que tener el freno echado y mantener el necesario equilibrio entre emoción y técnica. Habrá que estar preparado, también para ver el teatro medio vacío».

No ha dejado ninguno de los dos de cantar durante estos cuatro meses (la voz no deja de ser un músculo que hay que entrenar). «Mis vecinos deben de estar hartos –ríe Jordi–; no he cantado más en toda mi vida. Pero el ritmo y el punto te lo da el escenario, y eso sigue siendo una incertidum­bre». Ruth Iniesta tardó en poder cantar: «No tenía la cabeza ni la concentrac­ión necesaria; es muy duro no tener nada en el horizonte y ver, además, tanto sufrimient­o alrededor. Pero después me he apoyado mucho en las redes sociales; en los conciertos o charlas en directo por instagram... He recibido muchos mensajes de ánimo, y lo he podido llevar mucho mejor», concluye la soprano.

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Ruth Iniesta e Ismael Jordi interpreta­n a Violetta y Alfredo

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