LOS LÍMITES DEL MAPA
En «Historia del Dónde», el astrofísico Maccacaro y el medievalista Tartari unen esfuerzos en la inquietante búsqueda de los confines del mundo
Toda política es geografía. Y toda investigación, también. Ya sea la búsqueda de nuevos territorios, siempre con límites confusos, como la indagación en un mapa más particular, como es el cuerpo humano. Señalar los límites apunta hacia una nueva cartografía que se abrirá en una carrera sin fin hasta el posible infinito. A la espera del año 1000, las procesiones de mendicantes se encaminaban hacia el finis térrae, allí donde se imaginaba que tras la línea del horizonte, en el oeste peninsular de Europa, se encontraba el abismo. Inmenso, misterioso. Pero el viaje no había hecho sino comenzar. Todavía cuando Conrad escribe El corazón de las tinieblas hay zonas del globo que se desconocen, algo incógnito, sin cartografiar.
¿Y DESPUÉS? La feliz conjunción de un astrofísico Tomaso Maccacaro (Pavía, 1951) y un medievalista, Claudio M. Tartari (Milán, 1951) ha tenido como resultado un libro asombroso, dirigido al lector común al recordar que divulgar no es vulgarizar. Historia del Dónde. En busca de los confines del mundo. Una búsqueda que recorre cada paso que ha dado la Humanidad desde la Protohistoria con un momento cenital como es la Edad Moderna donde se configura el mundo por venir hasta los universos paralelos con un interrogante en su capítulo final: «¿Y después?» Cuentan los autores cómo la perplejidad ante el concepto de tiempo, siempre al cabo de la respuesta de San Agustín: «Mientras no me preguntes qué es, lo sé; si me lo preguntas, no sé responder» no ha sido así respecto al espacio. Espacio y cuerpo humano son dos conceptos y realidades que suman el esfuerzo de ir más allá a cada instante. Fueron miles de años durante los cuales se viajó hacia el horizonte. Recorridos marinos, terrestres, aéreos. Cosmólogos y filósofos de la ciencia.
Se trata de encontrar la medida del mundo: «Una vez superadas las columnas de Hércules, no hemos vuelto a detenernos, pero seguimos sin saber bien ‘dónde’ se encuentran los confines, y no hay razón para pensar que nos estemos acercando ni siquiera mínimamente a ellos». Y apuntan que asistimos a una nueva revolución, en un hecho inherente a la condición humana y al sentido de una sociedad universal: «¿Qué es lo que aumenta con más rapidez? ¿El conocimiento o la conciencia de lo desconocido?», y así lo definen como «la paradoja del conocimiento». Un libro de lectura inquietante y, al tiempo, luminoso en su descripción y análisis de momentos históricos que hicieron avanzar desde los mapas tradicionales hasta el infinito laberinto de las galaxias.
ATRAPADOS EN EL HIELO. La aventura es un desafío que se impone alguien por qué sí, o por razones políticas, o económicas (ya son las mismas), o científicas (que son políticas). ¿Cuál sería la que llevó a Ernest Shakleton al intento de cruzar la Antártida a pie cuando Europa ardería poco después con la Primera Guerra Mundial? De todo un poco. Y un ego lo condenadamente poderoso como para embarcar a 27 hombres en el Endurance. Cuando el barco queda atrapado en el hielo, cambia el guion y entonces la aventura es la mera supervivencia.
La hazaña del visionario Shackleton (¿qué aventurero no lo es?) adquiere una dimensión extraordinaria cuando consigue, diez meses después, llegar a la isla Elefante y lograr que sus chicos regresen sanos y salvos a la vieja Inglaterra. Shckleton. La odisea de la Antártida es una serie de tv, con Kenneth Brannagh en el papel protagonista, como acostumbra, perfecto y la dirección de Sturridge soberbia. Y el espectador agradecido de seguir una historia que también pulverizó los límites del mapa.
LA SERIE «SHACKLETON. LA ODISEA DE LA ANTÁRTIDA» NOS NARRA UNA AVENTURA EXTRAORDINARIA