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«HOY SOLO SE PUEDE HACER HUMOR CONSERVADO­R»

El dibujante José María Nieto recopila en «La risa que llevas puesta» una antología de su trabajo de más de un lustro en ABC, periódico al que se incorporó tras la muerte del gran Mingote

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ice Ignacio Camacho en su prólogo a esta antología de humor gráfico publicado en ABC entre 2014 y 2019 que José María Nieto (Valladolid, 1971) sucedió a Mingote «con el aplomo de un maestro». También con la emulación del inveterado hábito del genio nacido en Sitges de buscar inspiració­n para sus viñetas en la lectura diaria de ABC. Esa inspiració­n que para el dibujante vallisolet­ano se parece mucho a «una dama muy poco seria: quedas con ella a las diez y muchos días, la mayoría de ellos, no aparece hasta las doce o la una». Además, la espera se le hace eterna, aun un punto angustiosa. «Pensar es todo el trabajo; el descanso llega cuando uno coge la plumilla y se mancha las manos de tinta», dice.

Su llegada, el 2 de junio de 2013, a ABC traza un paralelism­o inevitable con la de Mingote seis décadas antes, en concreto, el 19 de junio de 1953: en una sucesión de ciclos vitales, este sustituyó al mítico Xauradó, como a Nieto le tocó cubrir el hueco del chiste mingotiano tenido por tantos y tantos lectores por una suerte de bálsamo de Fierabrás, en definición de Luis Alberto de Cuenca, «con que pegar los bordes de las grietas que se abrían y se abren a diario en nuestras almas».

D«Solo importa el hoy»

Del modo que sea, Nieto se muestra, también en esto, honesto. «Es verdad que muchas veces se dice: “¿Qué haría aquí Mingote?”, como quien juega al ajedrez y se pregunta: “¿Qué haría aquí Spaski?”. Pero lo cierto es que uno se fija más en lo que hacen los dibujantes de la competenci­a que en lo que hicieron los grandes maestros que le precediero­n. En un periódico solo importa el hoy. Nos gusta mucho decir, y que se nos oiga, cuánto adoramos a Xauradó, a Ruano, a Camba, pero en realidad es postureo (como Mari Pau Domínguez lea esto me mata)».

Ese hoy acuciante lo marcan las peripecias cotidianas de unas ratas demasiado humanas, unos pájaros de pico senequista (Camacho dixit) y unos fantasmas de visión estoica y esperanzas vanas. «¿Que por qué las ratas, los pájaros y los fantasmas? Quedaría muy bien decir que por la vida, la libertad y la muerte, o algo así de redondo, pero mentiría. (Mentir y Redondo, fíjese que todo nos lleva a lo mismo). Hay algo de azaroso, de prueba y error, o de caprichoso en el humor. Y es que lo más misterioso y fascinante de este trabajo es que, mientras dibujas, nunca sabes cuándo algo resultará realmente humorístic­o o no».

Con esta tramoya, Nieto podría dar el tipo de editoriali­sta gamberro. No es que desprecie, ni mucho menos, el alcance de su trabajo, pero le produce «cierta incomodida­d esa identifica­ción de una viñeta con un auténtico editorial. Creo que el humor debe conservar un punto de descaro. Si la viñeta pierde la ironía, el humorista se convierte entonces en un predicador de consignas. En el antihumor, en definitiva».

Su lema sacrosanto es pensar en el lector con un respeto infinito. «Su aprecio es lo más valioso para los que hacemos periódicos. Pero hay que diferencia­r al lector que compra cada día su diario de esa multitud que habita en las redes sociales, que reacciona ruidosamen­te a favor o en contra de lo que ve. Incluso hay políticos y periodista­s que participan de esa algarabía, ja, ja, ja. («Es que, desde el confinamie­nto –se disculpa– me da la risa con todo

El cantautor Lluís Llach con esteladas a ambos lados de los ojos. Ilustració­n para una Tercera de Mari Pau Domínguez excepto con las comparecen­cias de Pedro Sánchez»); a ese ruido de las redes no hay que hacerle caso», subraya, por mucho que Nieto se desenvuelv­a bien en ese elemento, que, no obstante, juzga con (crudo) realismo: «Las redes sociales, precisamen­te, eliminan el orden narrativo de la actualidad. Las redes son un presente continuo, además de un enfado continuo y de un ruido continuo».

Veamos ahora cómo un incondicio­nal de la urgencia explica la aparente contradicc­ión de empeñarse en reunir/perpetuar

«SI LA VIÑETA PIERDE LA IRONÍA, EL HUMORISTA SE CONVIERTE EN UN PREDICADOR DE CONSIGNAS»

«LO MISTERIOSO DE ESTE TRABAJO ES QUE NUNCA SABES CUÁNDO ALGO RESULTARÁ HUMORÍSTIC­O O NO»

lo mejor de su trabajo en forma de libro. «Antes pensaba que el fin de las recopilaci­ones era salvar esas viñetas de la caducidad de la publicació­n diaria, pero, en realidad, lo que quieres preservar es ese discurso o narración o, mejor dicho, ese diálogo cómplice que se crea con el tiempo entre el autor y el lector del periódico, hecho a base de citas, sobreenten­didos y repeticion­es, de una a otra viñeta. Puede que sea vano afán, pero, ¿hay algo mejor que los vanos afanes?». Aprobado. Con nota.

Los «ofendidito­s»

Toca ahora preguntarl­e si el humor tiene ideología y si el suyo es de sesgo conservado­r, cosa que le entristece visiblemen­te. «Es que desde el confinamie­nto –se disculpa– me entristezc­o con cualquier cosa, excepto tal vez con las comparecen­cias de Pedro Sánchez». Incontrove­rtible respuesta: «En sentido estricto, hoy solo se puede hacer humor conservado­r, porque la izquierda se ha entregado a las identidade­s particular­es enfrentada­s. El mensaje humorístic­o funciona solo como algo amable si existe un nosotros con planteamie­ntos comunes de los que nos podemos reír. Lo contrario siempre ofenderá a alguien».

Le pregunto –hay confianza– con qué quiere concluir su perorata. «Con la alusión a qué significa ser premio Mingote, naturalmen­te». Ahí va: «Señor Nieto, ¿qué significa ser premio Mingote?». Se pone serio, incluso se le llenan los ojos de lágrimas. Se disculpa: «Es que desde el confinamie­nto estoy hipersensi­ble y me emociono con todo excepto con las comparecen­cias de Pedro Sánchez».

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