DEL TORMENTO AL ÉXTASIS POR LAS CALLES DE TOKIO
Nicolás Obregón viaja en «La luz azul de Yokohama» por los rincones de la capital japonesa para rastrear una serie de crímenes rituales
esulta difícil explicar el atractivo de una ciudad de diez millones de habitantes, permanentemente colapsada, con unas construcciones anodinas y unas calles en las que los números están repartidos al azar. Así es Tokio, una gran urbe inhabitable, cara e impersonal, donde la gente pasa a tu lado sin mirarte. Pero es imposible no dejarse cautivar por esta megalópolis en continuo movimiento cuyas luces componen una sinfonía de colores al anochecer, llena de lugares secretos donde nada es como parece.
RMATAR CON UN CUCHILLO DE SASHIMI. Tokio es el escenario de La luz azul de Yokohama, la novela de Nicolás Obregón, que se inspira en un crimen real, cometido en 2000, en el que un psicópata asesinó con un cuchillo de sashimi a la familia Miyazawa, una pareja con dos hijos adolescentes. Dos décadas después, el culpable sigue sin ser identificado pese a que dejó ropa, restos de sangre, un sombrero, otros objetos personales y un pigmento en la escena del crimen, donde permaneció 11 horas comiendo helados y jugando con el ordenador.
A partir de esta historia, Obregón construye el relato de una serie de asesinatos tras los que aparece el rastro de una secta satánica que tiene como símbolo un sol negro. El protagonista de la narración es el inspector Kosuke Iwata, un joven desarraigado y traumatizado por su infancia en un orfanato. A su lado, trabaja Noriko Sarai, una chica de su edad que oculta un terrible secreto.
CADÁVERES QUE HUELEN A INCIENSO. Ambos peregrinan por los rincones oscuros de Tokio en busca del responsable de esos crímenes rituales en las que el autor saca el corazón a las víctimas y deja una sustancia parecida al incienso junto a los cadáveres. La investigación está llena de dificultades y obstáculos porque topan con una Mafia policial corrupta, interesada en desviar la atención sobre los verdaderos culpables.
Lo mejor que se puede decir de esta novela es que está escrita con un ritmo trepidante, con giros inesperados, con una minuciosa reconstrucción de la topografía de Tokio y una sugerente recreación de la cultura japonesa, país al que ha viajado con frecuencia el autor.
AMOR A LA CULTURA JAPONESA Y ALGO MÁS. ¿Quién es Nicolás Obregón? Él mismo explica en un apéndice de La luz azul de Yokohama, escrita en inglés y publicada en 2016, que nació en Gran Bretaña de padre español y madre francesa. Tiene ahora 36 años y vivió en Madrid durante su infancia. Cuenta como a los seis años se enamoró de Japón mientras veía la serie Oliver y Benji. Desde su adolescencia, empezó a documentarse sobre el país, interés que se agudizó al escribir para una revista de viajes en Londres. Cuando pisó Tokio por primera vez hace diez años, leyó un artículo sobre el crimen de la familia Miyazawa y decidió profundizar en el caso. La obra de Obregón es mucho más que una declaración de amor a la ciudad y a la cultura japonesa porque hay también en ella una reflexión sobre el azar y el sufrimiento. El detective Iwata es un ser atormentado por el abandono de su madre y por su pasado en un siniestro orfanato, en el que desaparece su mejor amigo. La sombra del pasado gravita sobre la investigación del policía, que es más bien un viaje a los infiernos.
PERSONAJES TRÁGICOS. La luz azul de Yokohama tiene mucho de drama shakesperiano con unos personajes trágicos a los que la fatalidad les empuja a autodestruirse. Si algún defecto se puede achacar a la novela es su efectismo y su exceso de truculencia, que resultan pecados veniales en una obra de largo aliento. Tras su primera novela, Obregón ha publicado otras dos entregas más con el inspector Iwata como protagonista, pero todavía no han sido traducidas al español. La fuerza narrativa y la originalidad de este joven autor le convierte tal vez en la firma más prometedora en el panorama de la novela negra. La luz azul de Yokohama es una excelente lectura para este verano.