«Stephen King funde entretenimiento y calidad literaria»
¿Qué libro / libros tiene entre manos o acaba de leer?
Estoy terminando
El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Antes leí La biblioteca de la luna, de Francesc Miralles.
¿Qué le llevó a elegirlo? ¿Qué le está pareciendo? Ambos me han encantado. Francesc es un gran amigo y disfruto mucho con su sencillez al estilo nipón. En cuanto al libro de Irene Vallejo, celebro enormemente haber descubierto esta joya.
¿Libro en papel o electrónico?
Prefiero leer en papel, pero utilizo mucho el electrónico.
Sobre todo para ensayos o libros de consulta.
¿Algún género preferido? Generalmente leo novela, de cualquier tipo; y obras sobre crecimiento personal y ensayo de empresa a modo de documentación para mis conferencias.
¿Autor/es de cabecera?
No es que no sea fiel a un puñado de autores, pero sí muy enamoradizo con el resto, por lo que tendería a nombrar al último que me ha enganchado. Si solo tuviera que quedarme con uno que fundiera entretenimiento y calidad literaria, el maestro Stephen King.
¿Cuenta con algún rincón de lectura?
No exclusivo. Normalmente, el sofá o la cama, que es donde he escrito El beso del ángel, mi última novela, y todos mis libros anteriores. Eso sí, con un montón de cojines formando una especie de trono para cuidar la postura.
¿Dedica a la lectura un tiempo específico? Depende de la temporada, de si estoy escribiendo o de promoción. Me encanta leer en los viajes y necesito hacerlo siempre antes de dormir.
i llegara a nuestro país la irracional ola internacional que pretende llevar a cabo una lectura políticamente correcta de la Historia a golpe de derribar símbolos y estatuas; si dicha algarabía de ofendidos prendiese en nuestras conciencias, tendría en la muestra que Tabacalera, en Madrid, dedica ahora a Ramón Masats material suficiente para, como mínimo, hacerla volar por los aires.
Porque, organizada por PHotoEspaña, no le falta detalle: tiene guardias civiles con tricornio; tiene pasos de Semana Santa; tiene falangistas y toros muriendo en la plaza; tiene folclóricas y misas. Por tener, tiene hasta retratos de Franco. En definitiva, reúne todos los tópicos que la dictadura puso en bandeja a los turistas en su deseo por ofrecer una imagen blanqueada y diferenciadora de nuestra cultura en los años del Desarrollismo, concentrados en un lema publicitario que ahora la exposición toma como título: Visit Spain. Una cita que se celebra, paradójicamente y por efecto del covid, en un año en el que no es que se espere muchos foráneos por estos lares.
SLa palabra mágica
Tópico. Palabra mágica para Ramón Masats, su protagonista, quien entre 1955 y 1965, años en los que se acota esta entrega de su producción, recorrió España de arriba abajo; primero en motocicleta, luego, como marcaban los cánones de la época, en un seiscientos, plasmando con su cámara y en encargos para publicaciones como Gaceta Ilustrada aquella singularidad de lo nuestro.
Cámara, la primera –todo hay que decirlo– que este catalán nacido en 1931 en Caldes de Montbui se compró con el dinero que le birló a su progenitor, dueño de una bacaladería, que era donde Masats tendría que haber acabado. Porque lo suyo con la foto fue una carambola del destino, nunca mejor dicho: mientras realizaba el servicio militar, le tocó una cámara retina en un sorteo. Con ella empezó a experimentar. De ella se enamoró y por ella comenzó a formarse. Quién iba a decirle que, con el tiempo, se convertiría en uno de los máximos renovadores del género del reportaje fotográfico en España.
Y en un momento, además, en el que «la novedad» llegaba impresa. Como bien señalan las imágenes del rescatado NODO con las que se abre la cita, la televisión aún andaba en parihuelas. Junto a otros inconformistas
QUIÉN IBA A DECIRLE QUE, CON EL TIEMPO, SE CONVERTIRÍA EN MÁXIMO RENOVADOR DEL REPORTAJE
Bueno, algún retrato de Franco sí que hay. De hecho, una de las salas recoge la única foto de la que se arrepiente: un encargo en 1963 de un director de sucursal bien posicionado, que no pudo rechazar, y que le introdujo en El Pardo. Ante la reticencia de su inquilino a que el fotógrafo midiera la luz, la foto se tomó a golpe de «diafragma de sol» («Ahora viene el sol») e interrupciones («ahora, una nube»)... Hasta que este se cansó.
Atada a lo espiritual
En diez años –los de este recorrido no cronológico– a Masats le dio tiempo a resumir una España, como define su comisario, el también fotógrafo Chema Conesa, «atrapada en la pobreza material, laminada en lo social y acérrima en su atadura espiritual»: con misas de campaña en la Casa de Campo; con falangistas en Burgos y curio