LA ESPAÑA A LA QUE MASATS SACÓ (DE) PUNTA (A PUNTA)
Uno de los platos fuertes de este PHotoEspaña que le hace guiños al reportaje fotográfico es el repaso en Tabacalera (Madrid) a la tradición que Ramón Masats esbozó en los años cincuenta del pasado siglo
como Miserachs o Ricard Terré, él se inicia en la técnica hasta convertirse en integrante de dos colectivos básicos en España en la renovación de la foto –La Palangana y AFAL–, de la que se hacía necesario desempolvar tanto amaneramiento pictorialista del pasado.
De Masats se menciona su olfato, a lo Bresson (una de sus grandes influencias), para conectar con el «instante preciso». Cierto instinto irreflexivo («yo nunca di con la foto en el laboratorio; ya la había hecho previamente», suele puntualizar), destilado en un estilo personal que convierte la anécdota en el tema: recorran si no esta exposición y descubran sus corridas sin toros, sus procesiones sin imágenes, sus acólitos del franquismo sin caudillo...
MALAS CARAS. Masats volverá a la foto en los ochenta, ya en color. Arriba, «Las Ventas» (1963). A la izquierda, «Sanfermines. Cafetería Iruña» (1956) sos de Eisenhower en su visita de 1959; con nazarenos que se pasean como si tal cosa y niños nada candorosos (de hecho, una forma de rehuir el tópico, para Masats, será disparar antiselfies, forzar los encuadres o sacar de plano a los modelos, cuando no convertir a una cabra en el foco); con guardias civiles y canónigos... Y, por supuesto, con sus turistas, de tez blanquísima, en contraste con los lutos de nuestros antepasados.
Tomas inéditas
La selección –unas 140 imágenes– recupera tomas inéditas que se miden a sus «grandes hitos» (el seminarista que para el gol; el toro que cae como un bloque en la plaza...), y a sus grandes series (Los Sanfermines o Neutral Corner, sobre su otra pasión, el boxeo, con capilla especial en Tabacalera).
En sus instantáneas, los pueblos (con sus caciques, sus tradiciones –entre la vida y la muerte– y sus supersticiones) poco se diferencian de las grandes urbes; y Madrid mucho tiene que ver con Barcelona, las de este madrileño en Cataluña y catalán en la capital. Gran ejercicio comisarial el de enfrentar tomas similares en escenarios distintos. Menos comprensible lo de llenarlo todo de plantas, la última moda post-covid.
Y aunque no faltan gotas de glamur (grandes de Hollywood en cuyos rodajes en España se coló; el duque de Windsor; Yves Saint-Laurent, Buñuel, Berlanga...), repasándolo todo nos damos cuenta de que no son mucho los que sonríen en sus tomas. Y que lo hacen poco o nada los retratados en la Dirección General de la Policía o los juzgados. Masats no pretendió nunca edulcorar la realidad. Lo suyo era colarse en los intersticios. Sacarle los colores a una España que retrataba en blanco y negro y que el Ministerio de Información y el Plan Nacional de Turismo tildaban de different (y en inglés).
Luego llegarían las producciones para el cine y la televisión, y su regreso a la foto, ya en color, con encargos editoriales en los 80. Pero esa sería ya otra historia. Para el país y para el fotógrafo, que tuvo que esperar a 2004 para ser reconocido con el Nacional de Fotografía. Esta cita, que además coincide con una «muestra virtual» en la galería Blanca Berlín, cierra sus puertas curiosamente el 12 de octubre, día de nuestra Fiesta Nacional. Si es que el término, para no molestar, se puede seguir usando.