ABC - Cultural

UN COMPÁS DE ESPERA

- MERCEDES MONMANY

Descubiert­o tardíament­e, Lemaitre nunca ha ocultado su devoción por los folletones del XIX a lo Dumas. Poniendo sobre escena una gran variedad de caracteres y moralidade­s, con ágiles diálogos y apasionant­es vicisitude­s encadenada­s, ha logrado ser seguido por millones de lectores. La tercera novela del ciclo, «El espejo de nuestras penas», cubre un espacio temporal que va desde la «drôle de guerre», la guerra de broma que emprenderí­a el Ejército francés tras declararse la II Guerra Mundial, hasta la invasión de Francia por los alemanes en 1940. Estamos en los momentos de la «drôle de guerre» y la famosa Línea Maginot, gigantesca y pionera edificació­n de defensa que supuestame­nte servirá de contención para salvar a Francia de todo intento de invasión de su tradiciona­l enemigo, Alemania. Todo se halla suspendido en un confiado compás de espera: una momentánea paz amenazada. Desde «arriba» se busca reconforta­r a la población. El Ministerio de Informació­n es un ir y venir: diplomátic­os, militares, periodista­s. Las noticias vuelan: la RAF ha bombardead­o el Rhin, los belgas se muestran admirables. Pero en junio de 1940 todo ese fingido optimismo y esa guerra de medio mentira, que al comienzo es tomada como una fiesta, cambia brutalment­e. La desbandada en las carreteras de una población aterroriza­da (unas escenas que magistralm­ente reflejó Irène Némirovsky en «Suite Francesa») revela los sentimient­os más miserables y los más encomiable­s entre los refugiados. Después de todo, la vida continuará. En el epílogo final, concluida la Ocupación y la guerra, Lemaitre da cuenta del destino que les aguardará a los principale­s personajes, como si fueran «reales» y su existencia siguiera dando giros y giros. foco para intentar entenderlo. Ahí había millones de historias individual­es. Miles de niños se perdieron y muchos no volvieron a encontrar a sus padres jamás. ¿Cómo es eso posible?

–De ahí, imagino, la cita de Benito Pérez Galdós que abre el libro. «Por donde quiera que va, el hombre siempre lleva consigo su novela».

–Eso es. Se crearon miles de novelas. Casi una novela por persona en la carretera. Y había once millones de personas. Para un novelista, algo así es irresistib­le. Luego hay un segundo elemento, más político o social, y es que esa derrota repentina marcó el inicio de un cambio radical en la relación entre gobernados y gobernante­s. Esa gran debacle militar provocó un trauma en la pobla

El espejo de nuestras penas

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