El peso del clasicismo
Un crimen real acaecido hace 80 años es la base sobre la que construye su denuncia Dacia Maraini
la sociedad italiana de la época; un interés, el despertado por aquella muerte injusta y la identidad del asesino, que se desvaneció con la rapidez que, como un agente corrosivo, afecta a la no ficción, por muy cruel e impactante que esta sea, en contraposición a lo que ocurre con la literatura.
Afortunadamente, ochenta años después del suceso, la polifacética escritora florentina Dacia Maraini (Fiesole, 1936), cuya obra, entre la que destacan títulos como Los años rotos (Altamarea), La larga vida de Marianna Ucrìa (Galaxia Gutenberg) o Cuerpo feliz (Altamarea), se caracteriza por contener un marcado mensaje feminista, decidió sumergirse en la investigación del caso y transformarlo para los lectores en una crónica; un texto veraz y multiforme, que mezcla cartas con recortes de prensa y fragmentos de declaraciones emitidas durante el proceso, así como interesantes párrafos dedicados al análisis; y que ahora, por fin, con la nueva traducción de Raquel Olcoz, ha vuelto a nuestras librerías gracias a la encomiable labor de la editorial Altamarea, decidida a construir su catálogo con algunos de los mejores títulos de la narrativa italiana.
Integrante de una lista en la que también figurarían Operación masacre (Asteroide), del argentino Rodolfo Walsh; A sangre fría (Anagrama), del estadounidense Truman Capote; Noticia de un secuestro (Literatura Random House), del colombiano Gabriel García Márquez; o Devoradores de sombras (RBA), del británico Richard Lloyd Parry, Isolina, la mujer descuartizada posee la magia de los híbridos, porque reside en ella toda la fuerza de la denuncia frente a una situación real: el peso del clasismo, capaz de ningunear incluso a la víctima; y la belleza sobria de un estilo literario que, en esta ocasión, se aproxima al neorrealismo y utiliza el crimen como la tinta más acertada para retratar un tiempo que se despoja, gracias a la acción brutal, de todas sus máscaras y acentúa sus carencias ante la atrocidad.
Isolina, la mujer descuartizada