MONTALBANO SOLO HAY UNO
Regresa el mítico comisario creado por el italiano Andrea Camilleri en una nueva entrega a la altura de todas las anteriores. Una delicia
Cada nueva historia comienza con un guiño, que es una solemne broma al lector, y una tortura para el protagonista, Salvo Montalbano. Un sueño premonitorio, una pesadilla burlona. A estas alturas, Montalbano ya es de la familia, el del papel y el de la pantalla. Son distintos, pero no importa. El de los libros es mayor, pasa de los cincuenta y la agilidad se perdió en la larga carrera de la vida y la exquisita inclinación a la buena mesa; el de la pantalla –excelente la interpretación de Zingaretti– liga más, a pesar de su relación con Livia, corre, sube y baja y apenas supera los cuarenta. Pero los dos son el mismo, porque Montalbano solo hay uno.
UN AMIGO. Andrea Camilleri (Porto Empedocle, 1925-Roma, 2019) logró lo más enrevesado para un autor de género: colocar a un personaje, surgido de la imaginación, en el interior de cada uno de sus lectores. Montalbano no es solo el comisario de Vigata sino un amigo al que acompañamos en todas sus andanzas frente a las familias de mafiosos, los corruptos, los políticos locales y los nacionales siempre ejemplos de miseria moral, codicia económica y profunda ignorancia, los maridos celosos, las esposas maltratadas, la inmigración, las venganzas y los pesares por herencias mal distribuidas, desapariciones engañosas, violaciones en grupo, y todo el catálogo que cada mañana, o a hora intempestiva –porque la vida nunca está en orden– se presenta en una comisaría de cualquier lugar del mundo. Pero la de Vigata «Tirar del hilo». Andrea Camilleri (en la imagen). Traducción de Carlos Mayor. Salamandra, 2020. 265 páginas. 18 euros
con características propias. Montalbano, con sus colaboradores: el eficaz Fazio, el guaperas Augello, el vendaval Cattarella, el esquivo y glotón forense Pasquano, el sufrido director general y el fiscal, siempre atento a cualquier asunto turbio de índole sexual. La galería que se cruza en sus páginas, en sus imágenes no pretende un pedante análisis sociológico, ni siquiera una audaz indagación psicológica, ni clama en el desierto (instituciones) por los desmanes de la Mafia, ni eleva una sonora crítica política en una sola dirección. No es nada de todo eso y es todo eso, y más. Es la vida doméstica (¿existirá la Trattoria de Enzo, templo divino de Montalbano?), las relaciones cotidianas, los anhelos y las frustraciones de gentes normales y corrientes, con sus obsesiones y sus lamentos.
CELOS OSCUROS. En esta nueva entrega, se trata de un amor llevado demasiado lejos, unos celos oscuros y ajados por el tiempo, la tragedia de las costas sicilianas con el aluvión de pateras y el silencio cómplice de la UE, y un enigmático gato que podría ser el principal testigo de un brutal asesinato. Tirar del hilo, no otra es la misión de un comisario ante un caso tan condenadamente tramado como al que él y su equipo se enfrentan. Un goce para el lector: la sencillez del lenguaje, los formidables diálogos cruzados, la elegante ironía, la recreación de ambientes y atmósferas tan cercanas en un momento como angustiosas en otro, nos conducen a un paraíso literario, donde si uno pudiera, se instalaría. Montalbano solo hay uno.
LA TAVERNETA. Comenzó como una taberna siciliana, ahora deriva hacia lo sardo, pero mantiene los platos que hicieron de La Taverneta, en la madrileña calle de Orellana, 14, poseedora de un cierto aire mediterráneo que le permite a uno soñar que acaba de quedar con Montalbano como si la Trattoria de Enzo se hubiera trasladado a Madrid. Linguine alla carbonara, spaghetti al gambero corso, caponata siciliana, coniglio con olive y siga la fiesta porque la vida solo es una y nunca, nunca está en orden.
LA INTERPRETACIÓN DE ZINGARETTI EN LA SERIE «COMISARIO MONTALBANO» ES EXCELENTE