UNA HISTORIA DE ILUMINADOS
El francés Éric Vuillard, autor de «14 de julio», publica una nueva novela centrada en una revuelta campesina en la Alemania del siglo XVI
La historia de los Iluminados es larga, tormentosa y trágica. Podría aventurarse que cada siglo ha gozado, si el verbo no fuera una provocación, de sus Iluminados. Gentes con un poder de persuasión extraordinario, con una visión teleológica de la existencia irremisible, con una voluntad infinita y con la suficiente enajenación como para confundir la realidad con el deseo. Ni que decir tiene que algunos de ellos llevaron al abismo a cientos de miles de inocentes que o bien les siguieron con una fe desconcertante y arrolladora, o bien perecieron víctimas, se supone, de grandes ofensas a sus congéneres.
DESQUICIADO VÉRTIGO. Éric Vuillard (Lyon, 1968) publica La guerra de los pobres, la cruzada revolucionaria, antes de que la revolución violenta quedara institucionalizada en 1789 (también se ocupó de ello en 14 de julio) y refrendada en octubre de 1917. Aquí, la acción se sitúa en la primera mitad del siglo XVI, su protagonista es Thomas Müntzer, el levantamiento campesino comienza en Suabia, junto al lago Constanza, luego se extiende hacia el Tirol y el norte. Müntzer se dirige a los humildes, a los olvidados, a los descontentos, y declara que «las aves devorarán la carne de los príncipes», una cita del Nuevo Testamento. Müntzer dice que le ilumina Dios. Vive en un continuo éxtasis, en un desquiciado vértigo. Al hablarles de un mundo sin privilegios, sin propiedades, sin Estado «La guerra de los pobres». Éric Vuillard (en la imagen). Tusquets, 2020. Trad. de Javier Albiñana. 94 páginas. 14,90 euros
encandila a las almas en pena que sufren todo tipo de infortunios.
Ahí está Thomas Müntzer, el revolucionario, el que ha escuchado la voz de la salvación, el apologeta de la igualdad, la espada que abrirá en canal el cuerpo de una sociedad injusta: «Hay en él –escribe Vuillard– algo vivo y funesto, un odio atizado, un sesgo malévolo, también dulzura». Es el estilo Vuillard, de enorme efecto en el lector. Un estilo electrizante, vertiginoso, contundente, frase corta, sentencias agresivas, tono provocador. No es extraño su éxito. Es una narrativa notable, la cuestión es plantearse, al menos en estos días tan desquiciados, ¿qué Iluminado será el nuevo, y trágico, flautista de Hamelín?
PODEROSAS IMÁGENES. De la notable nómina de películas dedicadas a filmar una revolución, Dr. Zhivago, de David Lean, es la de mayor impacto, pues muestra, con escalofriante sentido y sensibilidad, los efectos que estas tormentas desatadas, llenas de ruido, muerte y furia, tienen sobre las gentes comunes. Si la novela de Pasternak lograba presentar un fresco impresionante sobre unos personajes enredados por la Revolución –un golpe de Estado que marcaría a sangre y fuego el siglo XX–, Lean, con unas imágenes tan poderosas como conmovedoras, y una banda sonora en estado de gracia (Jarre), levanta un monumento contra la intolerancia, la ingeniería social y el milenarismo que consiguen trastornar la vida de millones de personas. Impecable.
TEMPRANILLO. Hay que volver a las tabernas, con todas las prevenciones que sean necesarias, porque las tabernas en España son una institución nacional. La taberna Tempranillo ahí sigue, en la Cava Baja nº 38, con su inmejorable ensaladilla de ventresca, el huevo doblado con trufa negra, salmón y salmorejo; el pulpo a la parrilla con humus o los inolvidables garbanzos de Fuentesaúco, con trocitos de calamar. Un manjar tan cercano como exquisito. Qué placer es una vida sin Iluminados sino con Ilustrados, sobre todo en el modesto arte del buen vivir con poco.
EL FILME «DR. ZHIVAGO», DE DAVID LEAN, ES UN IMPECABLE MONUMENTO CONTRA LA INTOLERANCIA