«LA PIRATERÍA FUE UNA EMPRESA LIBERTARIA»
El tópico «se lee como una novela» se cumple en «Un pirata contra el capital» (Turner), de Steven Johnson, que analiza los albores de la economía global a través de la peripecia del pirata H. Every
teven Johnson (Washington, 1968) es un historiador peculiar, poseído a un tiempo por una curiosidad global y un talento narrativo fuera de lo común. Si la manida frase «se lee como si fuera una novela» aplicada a libros de Historia quiere decir algo, su última obra, Un pirata contra el capital, la cumple a cabalidad. Es un placer y una aventura transitar sus páginas. Al revés, la frase también es aplicable. Muchos novelistas deberían leer este libro, tomar nota de lo que cuenta y cómo lo cuenta, tras documentarse como corresponde. Por eso también «se lee como si fuera una historia».
–En primer lugar, no deja de sorprender la movilidad geográfica de los protagonistas de su libro y en especial de Henry Every, que en 1695 se hallaba en la India y decidió de repente trasladarse a las islas Bahamas, en pleno Caribe, como si fuera lo más fácil del mundo. Estamos ante un pasado interconectado. La globalización que nos cuenta resulta muy antigua. –En efecto, ese es uno de los elementos de la historia que
Sme apasionó. Se trata de un evento verdaderamente global, acontece en cuatro continentes. Encuentro fascinante que ocurriera así y el hecho de que ese tipo de interconexiones globales entonces resultaran novedosas me parece apasionante. Cien años antes no veo cómo el gobierno inglés hubiera podido emprender una verdadera caza al hombre como la que intentó con Every, aunque fracasó en el intento. En 1600 carecía de una red de establecimientos coloniales. De ahí que el libro se ocupe de los primeros tiempos de la economía global. –Es muy interesante su visión de las ciudades marítimas cosmopolitas, que considera ajenas a los límites que afectaban a los imperios continentales terrestres. Hay párrafos que recuerdan las ideas de Adam Smith, autor de la «Riqueza de las naciones» (1776) y uno de los padres fundadores del capitalismo global, cuando mencionaba el paso del cabo de Buena Esperanza hacia el océano Índico y el descubrimiento de América como hechos capitales en la historia de la humanidad.
–No estoy muy seguro de lo que pensaba Adam Smith, pero ciertamente el mar era un espacio de experimentación, el lugar en que cualquiera podía forjarse una nueva identidad personal. O cambiar la vida de arriba abajo, hacerse pirata y probar suerte. También era donde se fraguaban las nuevas experiencias empresariales, caso de los llamados «artículos del contrato» que firmaban los tripulantes de barcos piratas antes de partir en busca de aventuras. En ese momento, eran las instituciones económicas más libertarias sobre la faz de la tierra. Poseían esquemas de reparto igualitario de beneficios y prácticas de democracia representativa. Si alguno de los piratas resultaba herido, quedaba protegido por un seguro. Todos esos esquemas se pudieron desarrollar de modo mucho más fácil en el mar que en la tierra.
–No hay historia sin fuentes. ¿Cómo desarrolló su investigación?
–Los crímenes de Henry Every fueron tan escandalosos que los archivos están llenos de informes detallados del viaje del navío Fancy y de los esfuerzos de las autoridades por llevar a los piratas ante la justicia.
Pero mi verdadera «mina de oro» documental fueron los papeles del juicio al que fueron sometidos los compañeros de Every en Londres. Como el gobierno inglés a comienzos del siglo XVIII estaba intentando desembarazarse de su imagen favorable a la piratería, buscó un editor proclive a publicar una transcripción del juicio. El objetivo era que la opinión publica rechazara sus crímenes. Pude hacerme con ella y contiene no solo las palabras pronunciadas en el juicio, sino relatos de los eventos fundamentales de la historia, incluso los diálogos exactos que tuvieron lugar. Como historiador, tuve una rara oportunidad. Pude hacer referencia exacta a conversaciones acontecidas hace más de trescientos años. En ellas, aludían a hechos cruciales de la trama: el motín, el ataque, el juicio. Todo con una calidad casi de imagen en movimiento.