La apariencia no es sincera
n septiembre se inauguraba la exposición que, a modo de retrospectiva, recoge parte del trabajo del brasileño Vik Muniz (1961) en Navarra. La muestra, organizada por la Foundation for the Exhibition of Photography y el High Museum of Art de Atlanta, en colaboración con el Museo de la Universidad de Navarra, convierte en única la oportunidad de revisitar su trayectoria, sus diferentes periodos. Lo cierto
Ees que las salas del centro navarro no pueden ser mejores para ubicar, por series y etapas, las diversas formas de interpretar y reinterpretar la realidad del brasileño.
Su comisario, Arthur Ollman, ha tenido en sus espacios al mejor aliado para establecer un recorrido coherente, amable y, a la vez, sorprendente. Lo cierto es que es fácil utilizar ese adjetivo con los conjuntos de Muniz porque, muchos –de los que quizás trasciendan las reconocibles imágenes con caramelo, mantequilla y otros líquidos– se observan ahora al detalle y en conjunto, con y sin perspectiva. Series como las creadas con álbumes de fotos o recortes de postales y que muestran el lado más obsesivo y detallista de su autor, el que va más allá de su labor como artista y trasciende al comportamiento humano; el de la compulsión, el de la recreación de una realidad que le hace pasar del controvertido concepto surrealis