ESA ESCULTURA QUE NO ES ESCULTURA
Con sus propios fondos, el CAAC analiza los límites y posibilidades de una técnica ‘rotunda’ llena de matices y gran carga histórica
osalind Krauss publicó en ‘October’ en 1979 un breve ensayo titulado ‘La escultura en campo expandido’, que ha servido durante cuatro décadas como punto de reflexión sobre la ampliación de los marcos de lo escultórico. Krauss se afanó en denunciar las peripecias críticas para renombrar ciertas expresiones escultóricas que continuaban insertas en la lógica del monumento, mientras el campo expresivo avanzaba hacia la negación de sus propios fundamentos, estableciéndose como un no-paisaje y una noarquitectura. El término genérico estaba siendo orillado dentro de un ámbito de experimentaciones mayor y más complejo, derivando hacia procesos que no se estaban definiendo correctamente, pues no se encontraban ya en relación con el punto desde el cual partían.
Lo curioso de la historia estriba en que las prácticas escultóricas, que han ido descendiendo por voluntad de los artistas, desde el pedestal al suelo para así conquistar lo mundano y situarse a la altura del espectador, han vuelto a ser sobreelevadas del frío pavimento de las salas de exposición mediante tarimas, bases y peanas por comisarios y museógrafos.
RDe necesidad, virtud
La idea que promueve el CAAC es interesante, pues es posible que haya llegado el momento de que desde la institución museística se investiguen esas líneas de expansión. Quizás el desarrollo de esta propuesta mereciese mayor empaque y nervio presupuestario, con una exposición más ambiciosa, pero en los tiempos que corren se ha sabido hacer de la necesidad virtud y conjuntar un buen grupo de piezas de distinto origen y procedencia. Algunas provienen de las adquisiciones vinculadas a recientes exposiciones desarrolladas por el centro estos años, como las de Amalia Pica (2019), Chto Delat (2017), Fogarasi (2012)… Otras son piezas excepcionales de la colección histórica, como las de Pepe Espaliú (‘Carrying V’), Soledad Sevilla (‘Con una vara de mimbre’),
Cristina Iglesias (‘Habitación vegetal III’) o Louise Bourgeois (‘Cell (Arch of Hysteria)’), y un último conjunto deriva de la ampliación de fondos propios realizada gracias a las ayudas ideadas para paliar los efectos de la pandemia.
Cabe destacar las dicciones, singularmente diversas, de Julia Llerena, Pablo Capitán del Río, Daniel Palacios, Francesc Ruiz, Leonor Serrano y los dúos
Moreno & Grau, Fuentesal & Arenillas o Alegría y Piñero.
Muy conveniente ha sido que compartan espacio Jacobo Castellano y Capitán del Río, pues entre ambos se establecen sintonías insoslayables. El título ‘Cuatro compuertas de regadío suspendidas’ (2018) define a la perfección la obra de este último. El granadino apela al equilibrio formal y a la elevación de elementos populares que son resignificados por valores estéticos que habían sido encubiertos por la función.
En clave crítica
Francesc Ruiz y Nuria Carrasco, que comparten sala con Ana Laura Aláez, presentan dos modos distintos de utilizar la edición en papel con una intencionalidad crítica. Si el primero, con ‘Los cómics de la revolución’ (2009), crea una estructura urbana a escala con 1.800 ejemplares de una misma obra ligeramente alterados, haciendo repensar los sutiles límites entre original y copia, Carrasco, en ‘Fake Magazines’, reivindica la presencia de esos otros invisibles en la prensa rosa.
La interacción dinámica con el público se alcanza con una obra ya clásica dentro de la trayectoria de Daniel Palacios. ‘Wawes’ (2007) no es únicamente un espectacular ejercicio de transformación de la energía cinética en formas plásticas, sino también un modelo que muestra la posibilidad de cualquier espectador de accionar dichos cambios, al tiempo que rememora uno de los parámetros de la estatuaria clásica: la idea de rodear la forma y auscultarla desde distintos puntos de vista. Toda esa dinámica vehemente queda aplacada por la sutileza inmediata de Julia Llerena en ‘Yo, sin ojos. Sonetos I y II’ (2020), donde cables de acero conforman una pauta musical sobre las cuales minúsculos retazos de objetos encontrados componen las notas de una partitura visual, casi táctil.