Tras la pista de Marinus
El Museo del Prado ofrece una lectura renovada que pone en valor la figura de este pintor neerlandés
Marinus van Reymerswale pintó algunos de los cuadros más enigmáticos del siglo XVI. Cinco de sus obras se conservan en el Prado, la mayor colección del pintor, y sus escenas de cambistas posiblemente sean las más reproducidas en los textos de economía y finanzas. Sin embargo, apenas conocemos datos documentales sobre su vida, sus encargos y su práctica.
Con estos precarios mimbres, Christine Seidel ha tejido una exposición tan escueta como rigurosa: diez pinturas del autor, junto a monedas y grabados, ponen en escena los hitos de una investigación que revisa la suerte historiográfica del artista y dispone nuevas lecturas. El catálogo se lee como un fascinante relato de detectives, a la búsqueda de un pintor de quien sabemos poco, y que se limitó a un extraño repertorio de temas: recaudadores, abogados, banqueros, cambistas y San Jerónimo.
La primera «pista falsa» que desmonta la cita es la imagen de Marinus como fanático iconoclasta, por su identificación con un individuo del mismo nombre que participó en la destrucción de obras de arte durante las revueltas de Middelburg en 1566. El historiador Adri Mackor aporta en el catálogo pruebas documentales inéditas que demuestran que el artista murió una década antes. También incorpora otros datos interesantes, como la ubicación de sus talleres o su posición como ciudadano de clase media. Y son las pinturas las que permiten construir un perfil más concreto de Marinus: las ‘El tesorero municipal y su mujer’ (1538) inscripciones en sus obras revelan un alto nivel cultural, con dominio del latín y de la cursiva, y un conocimiento de los procedimientos financieros y legales de su época.
No era Durero
El siglo XVIII se olvidó por completo de él, pero su nombre fue redescubierto en 1863 gracias a la lectura correcta de su firma en una serie de obras, entre ellas ‘Virgen de la leche’, que presenta un falso monograma de Durero y que fue registrada en las colecciones españolas como obra del alemán. Pero la mayor dificultad para establecer su catálogo reside en las escenas financieras, con numerosas versiones y copias, no siempre de su mano, lo que ha provocado incertidumbre sobre la autoría.
La reciente restauración de las cinco obras del Prado ha revelado una técnica poco frecuente en la pintura flamenca: después de un dibujo a mano alzada, Marinus realizaba calcos para sus versiones, por lo que la exactitud con la que se repite la composición se convierte en un parámetro de atribución.
La muestra acota el cerco en torno al pintor con un minucioso examen de la condición material de sus cuadros: el cuidado naturalismo de los libros que representa o el empleo de la hoja de plata para realzar la luminosidad de las piedras preciosas.
Codicia y avaricia
Pero existe una cuestión escurridiza para la mirada contemporánea: ¿Qué significaban sus cuadros con personajes del mundo de las finanzas? El contexto moralizante del XVI sugiere la denuncia de la codicia y la avaricia; pero Marinus llega a diluirla en las distintas versiones de ‘Cambista y su mujer’, donde lo grotesco desaparece para responder a un contexto inédito. Sus pinturas se difunden en Amberes, centro del comercio internacional, y allí fue posible experimentar con nuevos temas que atrajeran a profesionales familiarizados con las finanzas. La radical extrañeza de sus obras respondería a esta necesidad de encontrar un ‘nicho de mercado’.
Marinus. Pintor de Reymerswale Museo Nacional del Prado. Paseo del Prado, s/n. Comisaria: Christine Seidel. Hasta el 13 de junio