ABC - Cultural

Tras la pista de Marinus

El Museo del Prado ofrece una lectura renovada que pone en valor la figura de este pintor neerlandés

- CARLOS DELGADO MAYORDOMO

Marinus van Reymerswal­e pintó algunos de los cuadros más enigmático­s del siglo XVI. Cinco de sus obras se conservan en el Prado, la mayor colección del pintor, y sus escenas de cambistas posiblemen­te sean las más reproducid­as en los textos de economía y finanzas. Sin embargo, apenas conocemos datos documental­es sobre su vida, sus encargos y su práctica.

Con estos precarios mimbres, Christine Seidel ha tejido una exposición tan escueta como rigurosa: diez pinturas del autor, junto a monedas y grabados, ponen en escena los hitos de una investigac­ión que revisa la suerte historiogr­áfica del artista y dispone nuevas lecturas. El catálogo se lee como un fascinante relato de detectives, a la búsqueda de un pintor de quien sabemos poco, y que se limitó a un extraño repertorio de temas: recaudador­es, abogados, banqueros, cambistas y San Jerónimo.

La primera «pista falsa» que desmonta la cita es la imagen de Marinus como fanático iconoclast­a, por su identifica­ción con un individuo del mismo nombre que participó en la destrucció­n de obras de arte durante las revueltas de Middelburg en 1566. El historiado­r Adri Mackor aporta en el catálogo pruebas documental­es inéditas que demuestran que el artista murió una década antes. También incorpora otros datos interesant­es, como la ubicación de sus talleres o su posición como ciudadano de clase media. Y son las pinturas las que permiten construir un perfil más concreto de Marinus: las ‘El tesorero municipal y su mujer’ (1538) inscripcio­nes en sus obras revelan un alto nivel cultural, con dominio del latín y de la cursiva, y un conocimien­to de los procedimie­ntos financiero­s y legales de su época.

No era Durero

El siglo XVIII se olvidó por completo de él, pero su nombre fue redescubie­rto en 1863 gracias a la lectura correcta de su firma en una serie de obras, entre ellas ‘Virgen de la leche’, que presenta un falso monograma de Durero y que fue registrada en las coleccione­s españolas como obra del alemán. Pero la mayor dificultad para establecer su catálogo reside en las escenas financiera­s, con numerosas versiones y copias, no siempre de su mano, lo que ha provocado incertidum­bre sobre la autoría.

La reciente restauraci­ón de las cinco obras del Prado ha revelado una técnica poco frecuente en la pintura flamenca: después de un dibujo a mano alzada, Marinus realizaba calcos para sus versiones, por lo que la exactitud con la que se repite la composició­n se convierte en un parámetro de atribución.

La muestra acota el cerco en torno al pintor con un minucioso examen de la condición material de sus cuadros: el cuidado naturalism­o de los libros que representa o el empleo de la hoja de plata para realzar la luminosida­d de las piedras preciosas.

Codicia y avaricia

Pero existe una cuestión escurridiz­a para la mirada contemporá­nea: ¿Qué significab­an sus cuadros con personajes del mundo de las finanzas? El contexto moralizant­e del XVI sugiere la denuncia de la codicia y la avaricia; pero Marinus llega a diluirla en las distintas versiones de ‘Cambista y su mujer’, donde lo grotesco desaparece para responder a un contexto inédito. Sus pinturas se difunden en Amberes, centro del comercio internacio­nal, y allí fue posible experiment­ar con nuevos temas que atrajeran a profesiona­les familiariz­ados con las finanzas. La radical extrañeza de sus obras responderí­a a esta necesidad de encontrar un ‘nicho de mercado’.

Marinus. Pintor de Reymerswal­e Museo Nacional del Prado. Paseo del Prado, s/n. Comisaria: Christine Seidel. Hasta el 13 de junio

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