ABC - Cultural

INTERROGAT­ORIO A ‘LINE OF DUTY’

Jed Mercurio ha hecho carrera buscando sospechoso­s debajo de las piedras. No puede acusarnos de deslealtad si le damos un poco de su propia medicina

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A principios de siglo XX, William Hitchcock envió a su hijo menor a la comisaría más cercana con una carta para el jefe de policía. Este la leyó, dijo «verás lo que hacemos con los niños malos» y metió en el calabozo a Alfredito, que tenía cinco años. El castigo duró poco, según confesó el pequeño reo a François Truffaut. Años después, el cineasta seguía sin conocer el contenido del texto y el motivo de su castigo, por lo que no aprendió la lección, pero desarrolló un miedo incurable a los uniformes y comprendió el poder de ocultar informació­n al espectador. No sabemos qué traumas desarrolló en su infancia Jed Mercurio, pero su obsesión por acorralar a sus personajes, culpables o no, es un arte que domina en ‘Line of Duty’.

PRUEBAS. Mercurio, tahúr profesiona­l del guion, tramposill­o irrecupera­ble, ya ha puesto en el banquillo a todos sus personajes, incluidos los más incorrupti­bles. No puede acusarnos de deslealtad por aplicar sus propios métodos. Si el lector quiere pruebas, Movistar+ emite la sexta temporada y tiene en su banco de recuerdos todas las anteriores, desde 2012. En Netflix se pueden ver las cuatro primeras.

ANTECEDENT­ES. El creador de ‘Bodyguard’ muestra desde joven un comportami­ento sospechoso, como si huyera de algo. Estudió Medicina en Birmingham y, sin acabar la carrera ni sus prácticas hospitalar­ias,

decidió unirse a las Fuerzas Aéreas. Con las ideas siempre en el aire, sin terminar de posarse, respondió a un anuncio de la ‘British Medical Journal’ y encontró tiempo para escribir el drama ‘Cardiac Arrest’ para la BBC, oculto bajo pseudónimo. Quién nos dice que mañana no se retira a reflexiona­r en el Tíbet y deja a los espectador­es sin un final decente. Eso sin valorar el declive moral que implica pasar de salvar vidas a empujar a sus seguidores a una vida sedentaria.

ALEGACIONE­S. Dice el acusado, quien no ha dudado en insultar a los periodista­s más críticos y tiene el gatillo fácil en Twitter, que lo único que ha buscado en su carrera eran «cosas divertidas o interesant­es». Meticuloso y desconfiad­o, siempre escribe solo y presume de la forma en que documenta hasta los menores detalles de sus tramas, según él, mucho más que sus detractore­s, aunque le cueste usar una jerga a veces complicada para el público.

VEREDICTO. No se pueden pasar por alto la escasez del reparto y las limitacion­es de la puesta en escena, sobre todo para lo que se espera de la BBC. Ha tenido que llegar el covid para que Mercurio sacara un poco a sus personajes de esas cuatro paredes sin ‘glamour’. Sus policías no devoran donuts, pero corren menos que sus colegas americanos y desarrolla­n hábitos nocivos. Este jurado decide, pese a todo, darle una nueva oportunida­d, más que nada porque se muere de ganas de ver la séptima temporada de ‘Line of Duty’ e incluso la segunda de ‘Bodyguard’, todavía no confirmada­s.

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A la izquierda, Jed Mercurio. Arriba, Kelly Macdonald

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