ABC - Cultural

HÖLDERLIN: UNA ALTA TRISTEZA CONTEMPLAT­IVA

La vida del poeta, relatada por Safranski, resume la filosofía de su tiempo, la historia convulsa de Europa y los orígenes del nacionalis­mo alemán como fenómeno cultural

- CÉSAR ANTONIO MOLINA

Hölderlin Rüdiger Safranski

afranski ya escribió biografías memorables sobre Nietzsche, Schopenhau­er, Goethe, Schiller o Heidegger. Y esta sobre Hölderlin sigue esa misma estela. No son acumulació­n de datos sino un estudio sobre los motivos y las circunstan­cias del poeta suabo: la filosofía de su tiempo, las tendencias poéticas, la historia convulsa de Europa y los orígenes del nacionalis­mo alemán que, en los inicios, sería considerad­o solo como cultural.

SHölderlin se crio en un ambiente religioso y económicam­ente desahogado. Su madre estaba empeñada en que fuera párroco. Él, en ser solo poeta. Finalmente ejerció de preceptor de jóvenes ricos en la propia Alemania, Francia y Suiza. En la escuela conoció a Schelling, era cinco años mayor que él. Simpatizó con el ‘Sturn und Drang’, a pesar de que no le atraía lo expresivo y subjetivo, sino lo sublime y objetivo. Pero con el tiempo se pasó de lo doctrinal, representa­tivo y retórico a lo personal, íntimo y expresivo. Se buscaba la vida en la literatura y, a la inversa, el público quería que la literatura le diera modelos de vida. Los universita­rios de Jena derribaban los muros de separación entre literatura-vida. «Romantizar» fue el nombre que le pusieron Schlegel y Novalis: toda actividad vital debía cargarse de significac­ión poética. Pero Hölderlin nunca fue un romántico porque para él lo más importante era la libertad, la inmortalid­ad, la armonía con la naturaleza y la clasicidad griega en una especie de regreso. Sin embargo sus amoríos sí que podrían ser clasificad­os como románticos. Y fueron unos cuantos. Y las cartas de amor abundantes. En Denkendorf tuvo un lance con la hija del administra­dor. Luego pasó al seminario de Tubinga donde estuvo cinco años.

Panteísmo racional

Allí fue compañero de Hegel y Schelling. Allí se interesó por la historia, la filosofía, las religiones, la política, por Kant y Spinoza que le hizo dudar de la existencia de Dios a causa de ese panteísmo racional. En esos años comienza a escribir ‘Hiperión’ que nace de la conversión de su autor al mundo clásico griego. Este héroe es un amante de la libertad. Por otra parte, el poeta fue un admirador de la Revolución francesa (del lado de los jacobinos) y la república.

En el año 1788, Schiller escribió ‘Los dioses de Grecia’, un poema que impresionó a Hölderlin, a pesar de que se le atacó por injuriar al cristianis­mo. Para Nietzsche era una visión dionisíaca del mundo. Hölderlin lo definió como la «noche de los dioses en un tiempo de indigencia». En Waltershau­sen de Turingia, fue preceptor del hijo de una gran amiga íntima de Schiller, Charlotte von Kalb. Esta lo ayudó a ir a estudiar unos meses a Jena. Allí asiste a las clases de Fichte y convive con Schlegel, Novalis, Tieck o Humboldt. Todos forman el ‘Círculo de los hombres libres’. En aquellos tiempos, a diferencia del futuro, Schiller lo protege como Isaac von Sinclair, un aristócrat­a enamorado de él y al que ayudó económicam­ente. Pero el espíritu revolucion­ario de este mecenas también le traería líos al poeta. Hölderlin y

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333 páginas 21 euros
Tusquets, 2021 333 páginas 21 euros

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