Puntos cardinales de J. Suárez
Al hablar de Juan Suárez (El Puerto de Santamaría, 1946), resultaría tópico acogerse a la circunstancia de su formación y a la vinculación profesional con la arquitectura, si creyésemos que solo de ello podríamos extraer las claves de su producción pictórica. Antes, es preferible considerar dicho asunto desde la perspectiva de los intereses compartidos entre ambas facetas, como son el carácter constructivo de sus composiciones y la sensibilidad ante las cualidades matéricas de su pintura: una no explica a la otra, ni la motiva, sino que las dos convergen; así tiene que ser, ya que no hablamos de un «arquitecto que pinta».
En la exposición que hace apenas un año y medio repasó su amplia trayectoria artística (CAAC, Sevilla) pudo comprobarse con qué variedad de planteamientos y materiales ha abordado la espacialidad de la pintura y del dibujo, dentro de los márgenes de sus soportes tradicionales, y más allá incluso. Lo que ahora presenta en Madrid sorprende por su contundencia, pero hay que decir que lo hace en la misma medida que por la sutileza en la definición de las superficies y elementos que integran estas piezas (también del interior de los marcos, en algunos casos). Basta acercarse a ellas para advertir a qué es debida esa vibración que nos asalta desde el primer vistazo. Yo invitaría a los visitantes a que, una vez orientados perceptivamente en el ritmo que ofrece cada composición, se detuviesen a contemplar su factura: geografía hecha de gestos y colores, con materiales sabiamente articulados. Juan Suárez Nada es grande ni pequeño GALERÍA HELGA DE ALVEAR. MADRID. C/ DOCTOR FOURQUET, 12. HASTA EL 17 DE JULIO «NSEO I» (2020)