YTURRALDE, LA GEOMETRÍA DEL DESEO
El último Nacional de Artes Plásticas justifica la pertinencia de su premio con la obra última que ahora exhibe en Madrid
osé María Yturralde (Cuenca, 1942), uno de los referentes cruciales del arte abstracto español, ha sometido a rigurosa revisión el arte de la pintura, ajeno al empantanamiento de la iconoclastia y la iconofilia contemporáneas, atento a la esencia de lo pictórico, buscando ese ‘punto de vista’ que podría dinamizar la totalidad de los sentidos.
Este artista ha trazado una trayectoria extremadamente rigurosa que va, como advirtiera Román de la Calle, de la reflexión sobre el tiempo a la meditación sobre el espacio, y, de este, al diálogo con el vacío. Entre las influencias decisivas en la formación de su particular registro expresivo se encuentran los planteamientos de Torner y Rueda, así como el interés por las propuestas del Grupo Parpalló o el Equipo 57, con una atención constante a los procesos contemporáneos de la abstracción.
Es evidente que las ideas de Kandinsky, la obra de Vasarely y los desarrollos del Espacialismo italiano influyeron también, de forma determinante, en Yturralde, que con sus ‘Figuras imposibles’ reflexionaba plásticamente sobre los fenómenos perceptivos, «enseñándonos a ver e imaginar –según declaró en 1973–, a pensar por medio de imágenes, invitándonos a una actitud de rigor
Jy claridad, en cierto modo optimista, ante el caótico mundo que nos rodea». La evolución de Yturralde, distinguido en 2020 con el premio Nacional de Artes Plásticas, le lleva desde posiciones geométricas, sustentadas por una pasión cientificista, a una pintura que es una versión particular de los planteamientos minimalistas, con su pasión por el monocromo, la línea y la disposición reticular. Plantea un peculiar desbordamiento del Minimalismo atendiendo en todo momento tanto a la luz como al color, sin dejar de introducir en su pintura una honda pasión musical, como es evidente en su hermosa serie titulada ‘Preludio’.
Hay en su obra una preocupación constante por la matización y el misterio, por lo que Tarabukin llamara «la factura como un elemento estético primordial de la pintura», esto es, por generar una sensación material, sin dejar nunca de lado una extraordinaria tensión espiritual. Las pinturas de Yturralde recuerdan los mandalas tántricos, esos espacios para la meditación en los que se plantea la creación sobre un centro imaginario y vacío, remitiendo también a la fascinación que siente este creador por el jardín de Ryôan-Ji, en Kyoto.
Atracción por lo curvo
En los cuadros recientes que expone en la galería Javier López y Fer Francés, es manifiesto el interés por el budismo zen y su particular reformulación de lo sublime, en evocación de las constelaciones y de cuestiones mitológicas. Él mismo advierte que en estas obras está reflexionando «sobre las ideas actuales de espacio, tiempo, energía y materia, dotándolas así de alma y significado».
La perfección formal de estas pinturas no es la de un nostálgico del pitagorismo, ni su búsqueda de la armonía oculta que en la existencia nos precipitamos en oscuros abismos. Yturralde sabe de sobra que el eclipse de Malevich está ‘craquelado’ y que el círculo protector que anhelamos está inevitablemente ‘descentrado’. El camino del arte, como sugieren algunos vibrantes cuadros de Yturralde, es curvo, como lo son muchas de las formas que deseamos.
HAY EN SU OBRA UNA PREOCUPACIÓN CONSTANTE
POR LA MATIZACIÓN Y EL MISTERIO
José María Yturralde Constelaciones Galería Javier López & Fer Francés. Madrid. C/ Guecho, 12 B. Hasta el 15 de septiembre