ABC - Cultural

SOBRE TODO, RESPETO A LA VÍCTIMA

‘Laëtitia’ cuenta un caso que sacudió Francia hace una década, en una serie que juzga con severidad a los políticos, los servicios sociales y los medios

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Esta es una historia ficticia basada en hechos reales, advierten en ‘Laëtitia o el fin de los hombres’. Recuerda al aviso de ‘Reyes de la noche’, cuya fórmula tramposill­a y casi irresistib­le despierta pasiones encontrada­s. Por otro lado, ¿cuántas series vemos en las que una chica desaparece y es violada o asesinada? Es casi infalible. Ni siquiera hace falta ser padre para sufrir por ella y comprender. En este punto, podríamos dejar de mirar, pero cometeríam­os un grave error. La serie estrenada en Filmin el pasado martes es mucho más que una repetición de clichés.

EL FISCAL. ‘Laëtitia’ es un esfuerzo mayúsculo por dignificar a la víctima. Sin dar discursos ni resultar moralista, su autor también dispara contra todo lo que se mueve y lo que no. Descubre las vergüenzas de los servicios sociales, el ansia de sangre de los medios y la hipocresía de los políticos, tan aficionado­s a legislar en caliente. Nos muestra también a un perturbado que asusta y a unos cuantos hombres que dan miedo, como ese padre que, cuando las hermanas protagonis­tas son todavía unos bebés, se marca un Michael Jackson en el balcón. ¿Quién es este creador tan original que en lugar de abanderar algún ismo hace autocrític­a?

Puede que el nombre de Jean-Xavier de Lestrade no les diga demasiado, pero el director francés es un prodigio. Ganó un Oscar por el documental ‘Un culpable ideal’ poco antes de inaugurar su gran obra, ‘El caso de la escalera’, serie con la que metió su cámara donde nadie más ha llegado, antes o después. Estrenada por Canal+ y ahora en Netflix, nos descubrió cómo funciona la carísima maquinaria legal que se moviliza cuando un millonario es acusado de asesinato, en este caso el escritor Michael Peterson, sospechoso de despeñar a su mujer. Del rey del pop a Clark Gable en ‘Lo que el viento se llevó’.

HÉROES Y CULPABLES. De Lestrade, que lleva toda su vida reflexiona­ndo sobre la injusticia, tenía poco que desvelar aquí. Ivan Jablonka ya había escrito todo lo necesario en su magnífico libro. El creador de la serie no se hace una adaptación al uso. Aprovecha el trabajo realizado, pero lo matiza con su propia investigac­ión del sumario policial, según él un trabajo fantástico, y de los protagonis­tas. Sin el visto bueno de la hermana de Laëtitia, confiesa, nunca se habría atrevido a hurgar más.

Los ataques de Jean-Xavier no son indiscrimi­nados. También resalta la dificultad de los jueces, bajo el fuego cruzado de la política, y ensalza la labor de la policía. Es ejemplar cómo se lleva la investigac­ión, la forma en que los agentes soportan las bravatas del psicópata y buscan sin descanso la verdad. Los seis capítulos también nos conducen a ella, paso a paso, con algún as en la manga para mantener la intriga, pero sin engañar al espectador. Es terrible lo que sufre Laëtitia en su vida y admirable lo bien que la entiende la actriz Marie Colomb. Y es una suerte que la ficción pueda servir para esto. Un documental no la habría mostrado tan viva, casi a punto de encontrar la felicidad.

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El caso de Laëtitia movilizó a todo un pueblo y a la clase política

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