ABC - Cultural

MENCHU GUTIÉRREZ EXPLORA LA VOZ DE LOS ESPACIOS

La protagonis­ta de la nueva novela de la autora madrileña regresa a la casona familiar, cuyos objetos esconden ocultos significad­os

- JOSÉ MARÍA POZUELO YVANCOS

s posible que los espacios y los objetos, que son parte de ellos, precisen de la buena literatura para que los percibamos, y con ellos, la función que la literatura tuvo siempre; llevarnos a mirar lo que sin ella pasaría desapercib­ido. Con esta ‘nouvelle’ de Menchu Gutiérrez (Madrid, 1957) he vuelto a percibir la importanci­a que los objetos pueden tener para amueblar grandes ideas. Me ocurrió cuando en ‘Negra espalda del tiempo’ o después, en ‘Los enamoramie­ntos’, recorría Javier Marías en fotos, en juguetes abandonado­s, en libros dejados a mitad de su lectura, que los espacios y los objetos quizá sean la manera mejor que la literatura tiene para hablar del tema decisivo, el tiempo y la muerte.

Menchu Gutiérrez entrega una magnífica novela (podría decirse que otra, ya que suelen serlo las suyas), cifrada toda ella en arrancar a los objetos de la casona familiar que un día fuera la de los veranos, y a los habitáculo­s donde esos objetos reposan, toda la significac­ión de la búsqueda, como si la protagonis­ta narradora que no tiene nombre, a la edad de sesenta años, quisiera volver, muchos años después de la muerte de los padres, a la casona en la que vivieron en común, e indagara cuándo y cómo se quebró o se produjo la muerte de quien ella fue, como si en el fondo, entre los quince años y los sesenta, no hubiera solución de continuida­d.

Ese gran secreto de la existencia no quiere ser otra cosa que latido del tiempo y podría haber necesitado un poemario para ser dicho. El azar ha hecho que esta semana comentara dos textos, uno de Carmen

EMartín Gaite y otro de Roland Barthes, que incidían en esa necesidad de la lírica como aspiración y centro. Como si las experienci­as límites necesitara­n ese género. También puede hacerlo la novela, como muestra ‘La mitad de la casa’. Sobre todo como ocurre con la de Menchu Gutiérrez si se ha compuesto su creación narrativa como la poeta sus versos, consciente de que las frases y la forma de las palabras no pueden ser indiferent­es a la dimensión del significad­o, lo construyen.

Lo que me ha parecido mejor de ese libro, que se cumple de manera mas fiel en su primera mitad, es que el lector está siendo invitado a reconocer sensacione­s y vivencias de las que participa, pero como sucede en la vida no literaria, pasan desapercib­idas. ¿Alguien se ha detenido a pensar en la diferencia que existe entre que el agua de una casa deshabitad­a no fluya (o lo haga) tiene una dimensión material, física, diferente a la que tiene el sonido de la línea telefónica (en los teléfonos fijos)? Este sonido nos lleva a una relación mental, no física.

La mitad de la casa Menchu Gutiérrez

SE NOS INVITA A RECONOCER SENSACIONE­S Y VIVENCIAS QUE PASAN DESAPERCIB­IDAS

Un lujo de prosa

He elegido un ejemplo para que el lector entienda lo que Menchu Gutiérrez hace con cada objeto o cada lugar de la casa de los padres (que había sido de los abuelos). La búsqueda del sentido es ciertament­e algo más que la memoria convocada, puesto que el gran acierto de ‘La mitad de la casa’ es que no se indaga el pasado como lugar que fue, sino el secreto de la vida como espacio definido en la búsqueda de la protagonis­ta. Un lujo de prosa y de vivencia que enriquecer­á la experienci­a de los lectores.

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// CELEDONIO M. Gutiérrez cultiva la novela, el ensayo y la poesía
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Siruela, 2021 108 páginas 17,95 euros

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