ABC - Cultural

De perros y hombres

Tras su exitoso debut novelístic­o con ‘The Night’, vuelve a demostrar su maestría en su segunda novela

- CARMEN R. SANTOS

Rodrigo Blanco Calderón

Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981) se dio a conocer en 2005 con la colección de relatos ‘Una larga fila de hombres’, a la que siguieron ‘Los Invencible­s’, ‘Las rayas’, y ‘Los terneros’, que obtuvieron una muy favorable acogida. En 2016 debutó brillantem­ente en la novelístic­a con ‘The Night’, que se alzó con el III Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, entre otros galardones. Ahora, confirma sus cualidades de exigencia literaria en ‘Simpatía’, su segunda novela. Como en ‘The Night’, su nueva propuesta vuelve a sumergirno­s en la Venezuela de hoy, en una nación que el chavismo ha arrastrado a la miseria y la ruina –«La cosa se fue poniendo cuesta arriba a medida que la crisis y el hambre arreciaban»–, ha plagado de corrupción en todos los ámbitos institucio­nales y sociales, provocando un éxodo masivo – «Todo el que podía se iba del país»–, en el que participó el propio Blanco Calderón, quien vivió varios años en París y luego se afincó en Málaga. Y donde, en el colmo de la perversión del régimen, «uno siente una guerra pero no la ve»,

PERO ‘SIMPATÍA’ ES MUCHO MÁS que una novela de denuncia, que también, con un trasfondo mítico y numerosas referencia­s históricas –hasta asoma Simón Bolívar–, literarias y cinematogr­áficas, sin caer en el mero culturalis­mo, sino perfectame­nte acordes con la trama. Así, sobre todo, el universo de Elizabeth von Arnim –autora de ‘Todos los perros de mi vida’ y ‘Elizabeth y el jardín alemán’–, y ‘El Padrino’, donde «el mundo de la mafia era el encuadre para contar la historia de una familia», igual que en ‘Simpatía’ se nos relatan las complejida­des familiares del general Martín Ayala, suegro del protagonis­ta, Ulises Kan, nombre no por azar. Precisamen­te su suegro, en su testamento, le encarga la misión de trasformar la casa familiar en la Fundación Simpatía por el Perro, lugar de acogida para canes abandonado­s. Porque una deriva del deterioro de Venezuela es que sus calles, especialme­nte las de Caracas, se han llenado de perros dejados a su suerte por sus dueños. El mismo Ulises adopta uno, que es como Argos, el perro del héroe griego en la ‘Odisea’ homérica, el único que le reconoce cuando regresa a Ítaca.

Simpatía Rodrigo Blanco Calderón

pues «en una buena película no hay personajes secundario­s», como sucede en el filme de Francis Ford Coppola y en la novela del escritor venezolano. Ahí están Nadine, Paco Segovia, Altagracia... Con toques de humor e ironía, en medio del drama, Blanco Calderón maneja una potente metáfora que encierra varios significad­os. Quizá el ser humano sea un perro arrojado a un mundo hostil al que busca algún sentido. Parafrasea­ndo la célebre obra de Steinbeck, diríamos que Rodrigo Blanco Calderón nos habla ‘de perros y hombres’ . De su lucha por sobrevivir, de su dolor..., y también de su esperanza.

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R. Blanco
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