LAS AFINADAS ‘VARIACIONES’ GREENWELL
‘Pureza’ es la última historia de Garth Greenwell, que ganó con su anterior trabajo, ‘Lo que te pertenece’, el British Book Award
a pura sensación de que ya hemos estado aquí es enseguida fortalecida por el convencimiento de que Garth Greenwell (Kentucky, 1978) no sólo ha vuelto a hacerlo sino que, además, lo hizo de nuevo. Porque ‘Pureza’ –relatos-de-novela– retorna a su muy personal paisaje ya visitado en la breve pero contundente ‘Mitko’ (2011) que más tarde fuese canibalizada y digerida por la magnífica ‘Lo que te pertenece’ (del 2016 y ganadora del British Book Award y nominada al National Book Award). Así, aquí, otra historia en nueve fragmentos que supuso un merecido y sísmico hito dentro de la ficción gay narrando la historia de un norteamericano obsesionado (como antes lo habían estado Proust, Mann, Forster, Mishima, Baldwin, Isherwood, White y Hollinghurst) por la idea del extraño o del extranjero como encandilador foco de seducción.
Así, de nuevo, el protagonista de Greenwell vuelve a ser un maestro norteamericano perdiéndose y encontrándose por los callejones de Sofía, en Bulgaria (con breves excursiones a Bolonia y Venecia) en busca del amor que, inevitablemente, resulta en dolor. Aquel feroz Mitko muta aquí al sensible estudiante portugués R. quien en el libro anterior de Greenwell era apenas luminosa sombra en la periferia (y no se puede sino admirar el modo y ritmo con el que Greenwell ejecuta la danza del conocimiento/reconocimiento en «Mentor»), pero el resultado es el mismo, aunque haya sitio para la Felicidad con mayúsculas en el magistral «El rey rana». De nuevo, encuadres y ángulos y rasgos estilísticos de Henry James, Kundera, Thomas Bernhard, Sebald,
LGarth Greenwell (Kentucky, 1978)
Ishiguro y los ‘neo-flâneurs’ Ben Lerner y Teju Cole y Geoff Dyer. Aunque ahora –y así lo precisó Greenwell en entrevistas, señalándolo como la segunda parte de un mismo proyecto– entonándose como si se tratase de un crepuscular ciclo ‘lieder’ con gran afinación, y al estilo Schubert & Schumann, en el que cada tema tiene, enseguida, su contraparte simétrica y que, por momentos, recuerda a los experimentos con la primera persona como testigo/participante explorados por Rachel Cusk en su reciente y muy admirada trilogía. Delicadeza que no implica la inquietud que, por momentos, parecen bordear los límites de algo digno del primer Ian McEwan o de la Patricia Highsmith de siempre.
Pero por encima de todo y todos, lo que se impone y nos gana aquí es, de nuevo, la prosa y el estilo de Greenwell (al que sólo puede reprochársele la ausencia de algo de humor). Mezcla de precisión quirúrgica y explícita con arrebato lírico y sentimental de quien viene de la poesía para ir a dar a algo suyo y nada más que suyo. Porque, sí, digámoslo y celebrémoslo: Greenwell es uno de los cada vez más contados escritores quienes, además de narrar, están preocupados y ocupados en y por tener estilo.
Pureza Garth Greenwell
UN ESTILO CON ENCUADRES Y ÁNGULOS AL ESTILO HENRY JAMES, KUNDERA E ISHIGURO
Lo próximo, avisa Greenwell, transcurrirá en los prados de su republicana y represora patria chica; donde todo comenzó y de donde huyó para reinventarse (sin nombre o con apenas iniciales) en un viejo pero siempre rejuvenecedor mundo con todos los riesgos y dolores que ello implica. Aunque algo me dice que, afortunadamente para nosotros, no será muy distinto a lo que ya hemos leído y oído.