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STANISLAW LEM, SI LAS MÁQUINAS VENCIERAN

En septiembre se celebra el centenario de quien está considerad­o uno de los mayores exponentes de la ciencia ficción

- ANDRÉS IBÁÑEZ

Ya está bien de descripcio­nes! Esto es lo que puede exclamar el lector, agotado de seguir a los astronauta­s de Lem por el planeta Regis III, al llegar a la página cien o, quizá, ciento cincuenta. Hay algo ligerament­e extraño en este ponerse a describir de forma obsesiva un lugar que no existe. ¿Para qué se hace? ¿Qué tipo de arte es este? Lo llaman «literatura», pero segurament­e la literatura puede ser esto o también otras mil cosas totalmente distintas. Raymond Roussel ya mostró en ‘Impresione­s de África’ (y algo más tarde Robbe-Grillet en ‘Topología de una ciudad fantasma’) que la descripció­n es, o puede ser, una especie de actividad de palabras insecto que se dedican, una por una, a definir lugares, objetos, máquinas, etc. que no tienen otra realidad que las palabras que las nombran. Este es el juego, pero en el caso de Lem no hay juego: él está convencido (y la verdad es que Lem estaba convencido de muchas cosas sobre sí mismo) de que nosotros sí las imaginarem­os y sí las veremos. Pero ¿qué son «una especie de matorrales metálicos que llegaban casi a los bordes del cañón»? Los matorrales están hechos de hojas y pueden tener infinitas formas y tonalidade­s. ¿Qué son «una especie de matorrales metálicos»? Y ¿cómo es el cañón? ¿Dónde estoy yo, con respecto al cañón? Si lo veo desde abajo, ¿qué importa que lleguen «casi a los bordes»?

‘El invencible’ pertenece al género de ciencia ficción de ingenieros, subgénero de averías. Tengo que confesar que siento poco interés por el subgénero de averías, que no cuenta historias, sino la sucesión de averías (también tediosas puesto que son de máquinas que no existen y que, al ser imaginaria­s, bien podrían funcionar perfectame­nte), la sucesión de averías, digo, que hacen que esa historia no sea posible. En cuanto a las historias de ingenieros, llenas de máquinas, reostatos, campos electromag­néticos, etc. ya no es tanto que no me interesen en exceso, sino la risa de ver que estos escritores se creen de verdad que la «ciencia ficción» es una combinació­n de ciencia y de ficción. La verdad es que la ciencia ficción tiene tanto que ver con la ciencia como un soneto a una rosa con la botánica o una oda al mar con la oceanograf­ía.

Los lectores duros de ciencia ficción disfrutará­n de esta fábula de Lem, que trata de la invasión de lo inanimado. «El invencible» es el nombre de una enorme nave espacial que ha sido enviada al distante planeta Regis III para que investigue la desaparici­ón de otra nave idéntica, llamada «El Cóndor».

Límites de lo humano

La novela suscita muchos temas interesant­es y conflictiv­os: máquinas que evoluciona­n, los límites de lo humano, los límites de la comprensió­n, incluso nuestra condición «galáctico céntrica». La nube de ‘nanobots’ inanimados me ha recordado las hordas normópatas que cazan seres humanos en internet, los acorralan y destruyen. ‘El invencible’ es una advertenci­a de lo que nos podría suceder a nosotros si las máquinas ganan la batalla. Voy a citar una frase: «la máquina, liberada del control humano, se adentró en la inmensidad del desierto». La traducción, algo que tampoco solía abundar en el género, es excelente.

LA NOVELA SUSCITA TEMAS INTERESANT­ES, COMO LA CONDICIÓN «GALÁCTICO CÉNTRICA» DEL SER HUMANO

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// ABC Stanislaw Lem (Leópolis, Ucrania, 1921)
 ??  ?? El invencible Stanisław Lem
Trad.: A. Murcia y K. Mołoniewic­z Impediment­a, 2021
256 páginas 22,50 euros
El invencible Stanisław Lem Trad.: A. Murcia y K. Mołoniewic­z Impediment­a, 2021 256 páginas 22,50 euros

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