Liliana Porter, doblegar la mirada
Coinciden en Madrid dos exposiciones en galerías de arte de la creadora argentina, dedicadas a sus pinturas y grabados
Ofrecer a la mirada, extrañarla y exigir que volvamos a mirar. Esta estrategia estética es elaborada por Liliana Porter (1941) con juguetes y objetos banales que dispone en la superficie de sus fotos, grabados y pinturas. Este último medio protagoniza su actual individual en Espacio Mínimo, con lienzos y polípticos recientes, donde potencia los sentidos imprevistos y renuncia a un punto de vista único.
Su recuperación de objetos reproducidos en serie, como el ratón Mickey o los soldaditos de plástico, posee claros antecedentes en el arte. Sin embargo, Porter escapa tanto de la sombra de Duchamp, quien conducía lo cotidiano hacia una iconosfera estética, como de la herencia de Warhol, quien reproducía con literalidad objetos de consumo. Su mirada al objeto seriado tampoco busca una transgresión radical de orientación política, como harán León Ferrari o Nelson Leirner. Ante esta deslocalización, algunos críticos han llegado a señalar que su imaginario procede del ámbito de lo femenino, irrisoria hipótesis sustentada en su interés por la memoria y lo minucioso.
LA ARTISTA HA RELATADO SU DEVOCIÓN por Borges y Magritte. De ambos retoma el cuestionamiento de los límites entre la realidad y su representación, debate en el que asume una postura mestiza, con escenificaciones surrealistas que no olvidan el sentido popular del icono. Así, los soldados entran en conflicto bélico y otras figuritas culminan los trazos del lienzo. Pero Porter también atiende a la condición ahistórica de estos objetos, a su amplia circulación anónima, lo que posibilita lecturas sobre la hegemonía social de las relaciones de poder. La cita se cierra con un vídeo, medio con el que Porter busca controlar el tiempo de nuestra mirada, protagonizado por figuras inanimadas en una fascinante sucesión de teatralizaciones.
Esta dialéctica entre presentación y representación toma sus primeras formas en la experimentación de Porter con las técnicas gráficas tradicionales. La deriva de la obra seriada hacia el monotipo procede de la inclusión, lúcida e irónica, de bordados y objetos. Una selección de estos trabajos, desarrollados desde 2005, conforman otra muestra en La Caja Negra. Dos son sus claves: el empleo de lo pequeño como algo significativo y la importancia de los blancos del papel como espacios donde suceden situaciones. Sus grabados presentan maridajes que revelan sus múltiples fugas de sentido cuando el espectador consigue apreciar las reglas del juego: la escala, la perspectiva, la técnica y la narración nunca se van a doblegar ante una primera mirada.
Liliana Porter The Light Gª Espacio Mínimo. Madrid. C/ Doctor Fourquet, 17. Hasta el 31 de julio Diálogo con eso
Gª La Caja Negra. Madrid. C/ Fernando VI, 17. Hasta el 31 de julio