ELOGIO DE LA VIDA RETIRADA EN TIEMPOS DIFÍCILES
Este libro de José Ángel González Sainz muestra la fuerza que está teniendo el ensayo literario en la España de hoy
Bien avanzado el libro, cuando el lector lleva dos terceras partes de su lectura, aparece la referencia a Michael de Montaigne, quien dio carta de naturaleza, y denominación, al género ensayo con rasgos que González Sainz va desarrollando desde el principio. Es una escritura del yo, pero evita situar en primer término lo personal, o lo está al modo de quien fuera alcalde de Burdeos, como revelación de una actitud reflexiva ante diferentes asuntos. No tantos ni tan diversos como los de Montaigne, pues González Sainz concentra casi toda su reflexión en la necesidad de abrazar los valores que la civilización actual ha ido arrinconando y que dotaban al individuo de sentido: apreciar le silencio, huir del ruido (la televisión con sus programas son ruido), degustar la compañía de la lectura, reconocerse en los latidos de la naturaleza.
No es raro que antes que aparezca Montaigne sean otros, especialmente el estoicismo de Séneca en sus cartas a Lucilio, pero también, Rousseau, Peter Handke, el ‘Walden’ de Thoreau, o reflexiones ideadas por Musil o Hölderlin sobre la naturaleza del hombre y su abrazo de lo fundamental. Curiosamente, el lector va sintiendo que este libro es nuevo, cuando, sin embargo, cumple a la perfección el gran topos horaciano del ‘Beatus Ille’, en tanto el elogio de la vida retirada es el mecanismo que da urdimbre a las reflexiones.
Es por tanto un libro sobre la imperante futilidad en que la Humanidad se ha instalado. Algunos de los temas que trata reconfortarán a quien huya de una mera moral del reconocimiento. González Sainz apuesta por una ética del conocimiento que coincide con la búsqueda de uno mismo, en un proceso de huida de lo gregario. Quizá uno de los temas mas actuales sea su rechazo a la importancia de las Identidades. Su grito es no querer ser idéntico, por parecerle que las proclamas identitarias son vías por las que las nuevas iglesias han sustituido a las antiguas con igual resultado de anulación de la individualidad pensante (y discrepante). Me ha extrañado que entre las fuentes de autoridad, que cuenta con don Antonio Machado, no haya habido un lugar para José Jiménez Lozano, quien más recientemente escribió sobre algunos de los motivos que aquí se ponderan.
Fuentes
Quizá el mayor logro de este ensayo sea que sustenta una especificidad literaria de los ámbitos reflexivos. No solo en las fuentes poéticas o literarias en que se ha inspirado, sino en su profunda sensibilidad hacia el lenguaje como depósito de sabiduría. He disfrutado realmente con el descubrimiento del secreto que escoden las palabras, con significados que posan en el más profundo seno de cultura, que es la lengua, como revelan las acepciones del Diccionario de Covarrubias, o las traducciones antiguas del Génesis.
También se disfruta con algunos pasajes de la infancia, como el memorable en que el niño de dos años se esconde en la leñera, y lo ha hecho para mirar y saber por vez primera la importancia de descubrir por uno mismo el secreto de lo pequeño. Este libro, sumado a los recientes de Javier Gomá o Pablo D’Ors, muestra la fuerza que está teniendo el ensayo literario en la España de hoy.
CONCENTRA SU REFLEXIÓN EN LOS VALORES QUE LA CIVILIZACIÓN HA IDO ARRINCONANDO