JAPÓN, GOZOS DE LA MENTIRA Y EL ASOMBRO
Dos libros muy diferentes, entre el ensayo y la narración, de Javier Vela y Adolfo García Ortega sobre el país nipón
os libros muy distintos que tienen algo en común: primero, que los dos tratan sobre Japón; segundo, que los dos tratan de un Japón inventado o parcialmente inventado; tercero, que los dos se mueven en la indeterminación de los géneros, entre el ensayo y la narrativa. Javier Vela defiende la existencia de un género que él define como «tradición apócrifa» o «falsa erudición». ‘Revelaciones de la maestra del arco’ sería un ejemplo extraordinario de este género que tanto gustó a Borges y que el propio Javier Vela ha practicado ya en el ‘Libro de las máscaras’. Se centra en la relación de Naoko, maestra de kyudo («el camino del arco») con su discípula Hitomi, y de cómo esta aprende finalmente a alcanzar el blanco. Y están también Roli, «la gata que cayó del cielo», y Otaru Wada, maestro de Naoko, del que incluso vemos una fotografía. Pero ¿existió realmente? ¿Y desde cuándo uno se pregunta si existieron realmente los personajes de los libros? Alrededor de este cañamazo narrativo, Javier Vela ha organizado toda una fiesta de citas, fragmentos, aforismos, poemas, listas (por ejemplo, la de las mejores poetas mujeres japonesas anteriores al siglo XIV), relatos, documentos, referencias a animes y a películas, etc. que al cabo de unas páginas empiezan a parecer todos rigurosamente falsos aunque no todos lo sean.
Nada hay tan maravilloso como inventar la vida. Ese es el arte del novelista. Ese es el arte de la ficción. Javier Vela reflexiona con toda seriedad sobre los autores que han escrito sobre Japón sin conocerlo verdaderamente e incluye en su lista ‘El domador de tortugas’ de Sylvia J. Crawford, libro rigurosamente inexistente. El sentido del arte está en que es una invención, no la realidad, no una transparencia de la realidad. Javier Vela ha construido un libro delicioso, lleno de humor y de poesía, que es también una trampa letal para puritanos y vengativos de la era de la cancelación. Fanáticos denunciadores de la «apropiación cultural», ¿qué podéis hacer con un libro como este en que la mentira parece verdad y la verdad parece mentira? De pronto todas las literaturas, todas las imaginaciones, parecen reflejos unas de otras, y el arte, a través de la mentira, lo que nos acerca a la verdad de los otros seres humanos.
Territorio desconocido
Ya he dicho que ambos libros son muy diferentes. El de Javier Vela es claramente un libro posmoderno. El de Adolfo García Ortega va más allá. Avanza por territorio desconocido. No sé ni cómo empezar a hablar de este libro, ¡tiene tantas cosas que me maravillan, que me inquietan, que me asombran! Yo diría que este es el mejor libro de su autor hasta la fecha, y diría también que es una obra absolutamente genial, de una originalidad desconcertante, y que está escrita con el aplomo y la sabiduría de un verdadero maestro. Es en parte ensayo, narrativa, autobiografía, falsa biografía, falso tratado filosófico. La cuestión es, ¿cómo puede ser falso un tratado filosófico? ¿Cómo podría distinguirse una filosofía o una religión «inventadas» de unas «reales»?
En ‘La luz que cae’, García Ortega se inventa de la nada nada menos que una rama nueva y desconocida del sintoísmo, el «sintoísmo herético», creado por un visionario radical llamado Kindaichi. ¿Cómo se le ha podido ocurrir a su autor una cosa tan genial, y como ha sido capaz de llevarla a cabo con tanta brillantez? Adolfo García Ortega ya investigó el origen de la religión y de la creencia en ‘El evangelista’, una sorprendente novela sobre la vida de Cristo, pero esta nueva novela va mucho más lejos. Se trata de imaginar la posibilidad de una religión sin creencia alguna y en la que lo sobrenatural no tenga ningún papel.
El arte del zorro
Adolfo García Ortega es agnóstico, un materialista convencido, pero tiene, nos dice, una enorme capacidad para el asombro. Capacidad que es también vocación, arte y necesidad
‘EN LA LUZ QUE CAE’, GARCÍA ORTEGA SE INVENTA DE LA NADA UNA RAMA NUEVA DEL SINTOÍSMO
vital. Es el arte del zorro: seco, astuto, infinitamente sinuoso, lleno de sorpresas, hecho de energía, certeza y esplendor. Tomemos el tema de los kami, los miles de dioses del sintoísmo tradicional. ¿Qué dice de los kami el sintoísmo herético? ¿Existen o no existen? Para el hombre religioso existen, para el materialista no existen. Pero hay un tercer camino, que sugiere que existen en cierto modo y que en cierto modo no existen: el camino del zorro, el camino del asombro. La luz que cae parece insinuar esa tercera vía, la de aquellos que ven que la religión, hecha de creencias literales y absurdas, es un problema, pero que no pueden en vivir en un universo en el que no existan la maravilla y el asombro.