Queda lo escrito
Juan Gabriel Vásquez relata los avatares de la familia del cineasta colombiano Sergio Cabrera y del siglo XX
ada uno sólo es memoria. Todo lo que es. La presencia de unos hechos, epifanías, nombres, momentos, instantáneas que el tiempo recobra u olvida. Toda memoria es selectiva. Nadie llegará a ser ese personaje estrambótico de Borges, ‘Funes, el memorioso’, capaz de recordarlo todo. Porque la memoria oculta y desvela. Es arbitraria. Como un relámpago que hiere e ilumina. ‘Volver la vista atrás’, de Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973), es un formidable relato de una familia que se transforma con el paso de los años, que vive intensamente las industrias y avatares del convulso siglo XX. Se trata de la familia del cineasta colombiano Sergio Cabrera (Bogotá, 1951). No es la metáfora de un siglo, pero sí es el testimonio, desde la ficción pero con hechos reales. La interpretación de unos hechos. Como recuerda el autor: «La interpretación es también parte de la ficción» Y tanto, porque la única realidad que permanecerá cuando ninguno estemos aquí, serán están palabras.
Así, lo deslumbrante de esta obra es la exquisita, documentada, minuciosa interpretación de esas vidas. Las de Fausto, padre del cineasta, un personaje que supera cualquier imaginario, exiliado de la Guerra Civil, revolucionario, maoísta, imbuido de ese asalto a los cielos que a tantas desventuras, y desventurados, arrastró. Pero en el caso de Fausto arrastró, también, a su elegante y valiente mujer Luz Elena, a sus dos hijos, Sergio y Marianella (que delicadeza al abordar un personaje tan extraordinario). Los dos momentos esenciales de la novela se centran en los años en la China de la criminal Revolución Cultural y el regreso de Sergio y Marianella a Colombia, tras su paso por la militancia en los enfervorizados Guardias Rojos, a la guerrilla, nada menos Sergio con diecinueve años, del ELP maoísta.
Para los que vivimos, dos décadas después de los hechos relatados, en el Hotel de la Amistad de Pekín, y hemos recorrido sus estancias y hemos escuchado los ecos de los que allí estuvieron, esas páginas adquieren un vértigo prodigioso gracias a la habilidad narrativa, precisa, concisa y emocionada con que recrea el autor cada instante, cada sentimiento. Del mismo modo, la pesadilla de la selva, la militancia, los abusos... y el desasosiego que los dos jóvenes idealistas descubren como la antesala infernal del fanatismo.
Todo comienza con un regreso. Sí, una mirada atrás. Sergio Cabrera es invitado, 2016, a un ciclo de sus películas en Barcelona. Allí conoce la muerte de su padre; allí se reúne con su hijo Raúl; allí comienza
LOS DOS MOMENTOS ESENCIALES SE CENTRAN EN LA CHINA DE LA CRIMINAL REVOLUCIÓN CULTURAL
la vista atrás. Allí, la historia, el pasado, la memoria, se funden en unas vidas cruzadas para contemplar cómo el desmoronamiento ha logrado salir indemne. No hay reproches –y bien que los pudiera haber–, hay una plena consciencia de cómo las circunstancias arrasan y arrastran vidas.