MÚSICA PARA LOS OJOS DE GLENDA LEÓN
Las casualidades son fuente de inspiración para Glenda León. También lo sonoro. Así lo revela una muestra en el MARCO de Vigo
Si algo llama la atención en esta muestra de Glenda León (La Habana, Cuba, 1976), es que, a primera vista, nada llama la atención. A la derecha, un mural de un cielo con sus nubes rascadas en la pared. A la izquierda, una rama apoyada en un espejo. En el centro, justo delante del espectador, un camino de hierbas, unas más altas, otras menos, que se dirigen hacia una proyección de nubes en movimiento. Segunda sala: un sillón extraño, una barrera de un museo, dos tapas de un piano de cola que se encuentran en el suelo, unas gafas con un pentagrama en los cristales... Se ha de volver a entrar para ver qué demonios está pasando.
Sin discurso
‘Tierra y cielos’, ‘La espiral del tiempo’ y ‘Ver la música’ conforman los tres apartados de la exposición de Glenda León que itinera desde el MEIAC. La descripción de las obras, una tras otra, construiría este artículo si quisiéramos. No necesitaríamos llegar a conclusiones, analogías o hallazgos muy elaborados, pues las piezas se aguantan sólidamente de pie sin discurso o contrafuerte que las sostenga. El modo de hablar que tienen se abre al caminante como una ventana.
Las nubes de pintura descorchada manualmente por la artista fueron arañadas en la pared de una cárcel sin ventanas, el propio MARCO. Donde la rama se refleja en el espejo, este se encuentra roto a semejanza. Las hierbas dibujan los altibajos de un electrocardiograma. El vídeo de las nubes desplazándose en el cielo acaba por configurar un mapamundi. El tapizado del sillón es una impresión de una manifestación en la Plaza de la Revolución en La Habana; la imagen es de Roberto Salas, fotógrafo oficial de Fidel Castro. Su título:
‘La silla del poder’ (2014). La cuerda de la barrera se tejió con
180 banderas de distintos países, recicladas. Las tapas negras del piano aluden a una mariposa. Las gafas pentagrameadas son un poema visual que lleva por título ‘Consciencia’, de 2013.
La propia Glenda León lo explica: «Como la magia, el arte es un acto de transformación, que en ocasiones se traduce en un simple hacer coincidir; mostrando la relatividad y las probabilidades de interconexión de las cosas; ordenando, con un poco de poesía, algún fragmento del caos al que pertenecemos. Es una manera de conocer el mundo; de entender y amar la esencia humana». La cubana logra una voz propia por medio de esas coincidencias o conexiones plásticas; por el modo de ordenar sus ideas, tumbándolas dentro de materiales y objetos cotidianos, de una manera crítica, ligera y afilada.
Irónico y rotundo
Es cierto que la síntesis o el diálogo entre lo visual y lo sonoro agrupa sus creaciones desde 2008 hasta hoy: instalaciones, dibujos, esculturas... Como también es verdad que lo relevante de ‘Música de las formas’ es el tratamiento de los materiales para elaborar mensajes directos, irónicos, críticos, conscientes o rotundos. En el trabajo de León, la congruencia plástica, conceptual y poética se da la mano con una naturalidad difícil de asimilar al primer contacto con las obras. Poco a poco, cada una de ellas se abre al espectador; de alguna manera, obligándolo a pasear y pensar fuera de sus cabales, fuera de sí mismo, con gran placer.
Glenda León Música de las formas
MARCO. Vigo. C/ Príncipe, 54. Comisario: José Jiménez. Coproduce: MEIAC de Badajoz. Hasta el 31 de octubre