«He estado triste muchas veces y sigo igual de imbécil»
El cantautor alternativo maño vuelve con Back to Nowhere su nuevo disco con alta energía entre Feelies y Ramones
ABigott lo conocimos en el videoclip de ‘Adoro a las pijas de mi ciudad’ de La Costa Brava, en donde el dandi decadente era arrastrado por el suelo cual personaje de Jim Jarmusch. Desde su debut con ‘ That Sentimental Sandwich’, ‘La Barba’ ha creado decenas de miles de segundos de música en 14 discos, de folk, indie, de ‘crooner’, de pop. Borja Laudo ejerce de espora libertaria de su arte, un microorganismo maño que no rebaja su ambición de hacer lo que le da la gana, ahora con el álbum ‘Back to Nowhere’, entre los Feelies y los Ramones. Sus letras desvelan una sabiduría apátrida, haikus en inglés transcritos tras ‘quitarse del medio’.
—De ‘That Sentimental Sandwich’ a ‘Back to Nowhere’ han pasado 18 años. Bigott adquiere la mayoría de edad musical y ya puede comprar alcohol e ir a la cárcel del arte.
—El tiempo es el gran timo de los humanos… Pero si dices que han pasado esos años, te creo. Han pasado muchas cosas y ninguna a la vez, llevo sin cortarme la barba y el pelo desde esa época y no parezco el de ‘Érase una vez la vida’. Es raro, ¿ no? Justo ahora que podría comprar alcohol me he vuelto abstemio. Para mí, una fiesta es mi vida y la cárcel es la mente.
—¿Por qué hace lo que hace? — Hace años que no sé lo que hago, hay algo dentro de mí que me guía, así que me dejo llevar, sin estrategias. Me enfrento a las grabaciones como si fuera siempre la primera vez. —También pinta, y en el texto de su última expo decía que «la creatividad surge de forma espontánea, cuando se alcanza el grado de concentración necesario para desaparecer». ¿No hay algo oriental ahí? — El arte que me interesa es atemporal y trasciende todo, la persona es poco interesante. Si consigues dejarte llevar y entorpecer en el proceso creativo lo menos posible con tu ego, lo que sea que hagas es mucho más auténtico. Cuando pinto o me pongo a componer, lo único que hago es quitarme de en medio, desaparecer y esperar el turno, ahí es donde sin quererlo aparece lo esencial. —Este disco se llama ‘Back to
Nowhere’, y el anterior, ‘Dedicated to None’. Títulos de existencialismo surrealista, oscuros. ¿Apátrida de todo y todos? —El surrealismo siempre me ha acompañado, desde ahí sale casi todo lo que hago. Para ser apátrida habría que notar la patria. No tengo ni idea de qué soy y tampoco me noto de nadie, no sé si eso es estar en ninguna parte. Estoy a gusto, eso sí.
—«Se tonto. Tal vez esté bien», canta al final. ¿Es la tristeza la emoción de la inteligencia? —No lo creo porque he estado triste muchas veces y sigo igual de imbécil.
—También: «Esta es una canción de amor para tu dolor». Se dice que es evasivo e inasible. A la vez, sus letras son claras. ¿Estuvo siempre ahí para entenderle?
—Fui comprendiendo las cosas con la edad, al igual que con la música, he aprendido de otros que ya habían andado antes mi camino. Muchas de las letras salen de manera espontánea en la grabación, no hay una búsqueda de la verdad.
—Pero tienen su miga. «Cuando vuelvo a mí mismo, siempre estoy libre y bailo». ¿Hay momentos en los que Bigott estuvo fuera de sí o sometido? —Volver a tu verdadero ser es un trabajo que hay que hacer continuamente, porque todas las distracciones de la vida te sacan una y otra vez de ese estado. Hay momentos en los que estoy fuera de mí pero enseguida observo la mente, tomo distancia de ella y vuelvo a mí. —«Si pudiera cambiarme en ti y hacerte ver que no pasa nada», frasea. Y cierra con optimismo también: «Mantengo el sol en mi mente», que remite al Niño Gusano y a Sergio Algora en ‘Pon tu mente al sol’, a quien hizo un precioso homenaje en ‘Algora Campeón’. —Son palabras que forman frases no buscadas, suenan bien en el momento en el que se unen con la música. Después se pueden interpretar de muchas formas. Las he dicho yo, luego seguro que tienen que ver conmigo pero prefiero escucharlas que analizar por qué las he escrito. Algora siempre es una inspiración, me enseñó mucha música y muchas cosas de la vida. Él sí tenía el don de la palabra.
—¿Qué artistas le gustan y nos sorprendería?
Tengo una lista en Spoty que se llama ‘Only the hits’ con más de 55 horas de canciones, todo cosas que me inspiran desde R. Stevie Moore, The Memories,
18 años de carrera El tiempo es el gran timo humano Para mí una fiesta es mi vida Y la cárcel es la mente
Sun Ra… No importa el estilo. Si quieres carnaza, he llegado a emocionarme con un tema de de Patrick Zwayze: ‘She is like the wind’.
—Las posibilidades comerciales de los álbumes y los singles, ¿cuánto le importan? —Nunca me interesó la parte comercial, me he centrado únicamente en hacer canciones. Tengo facilidad y dedicación, cojo lo que necesito de la industria y vuelvo a mi madriguera a seguir componiendo.
— ¿ Qué le parece la palabra consumo de arte? —‘Consumo’ y ‘arte’ parece un matrimonio de conveniencia, una relación de esas raras que organizan. El arte necesita dinero para hacerse, y el dinero necesita arte para multiplicarse. De todas formas, el consumo es algo muy mediocre, el arte (el de verdad) está por encima de todas las cosas, no está sujeto al tiempo, ni a las modas… El verdadero arte atraviesa y no puedes consumirlo. —Zaragoza fue rapera e indie. ¿Ahora qué es?
—‘ Fue rapera e indie’, puede que tengas ahí el hit del verano. Zaragoza es una ciudad genial, ahora vengo de dar un paseo por el parque y de comernos una hamburguesa en el Nevada. Se respira bien gracias al cierzo (también te gira bastante la olla), hay bares a los que acompaño a Clarín a ponerse pedo y una casa: soy un privilegiado. Como en todas las ciudades, imagino que habrá movida artística. Vivo aislado.