SOBRE HÉROES Y TUMBAS

En la película ‘Gladiator’, el actor Derek Jacobi, como senador Graco, dice unaa de las grandes verda-verdades de la historia: «Nos gusta pensar que el corazón de Roma late en el mármol del Senado, pero en realidad está en la arena del Coliseo». Ahora que la política mira cada vez más a los toros con afán depredador de votos y fáciles consignas, nada como mirar la verdad que late en los cosos taurinos de nuestro país. Nos gusten o no, seamos aficionados, indiferentes o incluso antitaurinos, lo que lleva ocurriendo varios siglos en las plazas nos conforma. En las gradas, los españoles aprendieron la libertad, allí las opiniones del respetable nunca estuvieron amordazadas, ni en sol ni en sombra, ni bajo dictaduras ni en tiempos de validos. Sobre la arena, los héroes se la juegan para domar el atavismo capital de la cultura mediterránea con los toros. Lo exportamos más allá de los confines europeos (viajaban los cornúpetas en los viejos galeones) desde México a Manila. Por eso ahora, cuando el ‘Urtasunazo’ cancela el premio Nacional de Tauromaquia y al ministro le crecen premios como los enanos al que pone un circo, debemos mirar de nuevo y de frente toda esa verdad. No sé qué sentido tiene que los políticos acudan a la plaza como al mercado. Pero está bien que asistan para dejarse ver. Ese es otro triunfo de la tauromaquia sobre los comunes del ministerio. La grandeza y la memoria, la vida y la muerte se lidian de nuevo sobre héroes y tumbas en la plaza, donde sólo los tontos piensan en política. Si se torea como se es, son lo que son.