Diario de Almeria

LA SONORA MUDEZ DEL PRESIDENTE

- ROGELIO RODRÍGUEZ

A los secesionis­tas les conviene un Gobierno débil y a Pedro Sánchez le interesa resistir

HAN pasado 43 días desde que Pedro Sánchez tomara posesión como presidente, seis desde su cita en La Moncloa con el independen­tista vicario de la Generalita­t, Quim Torra, y aún no ha comparecid­o ante la opinión pública. Es la primera vez en democracia que un jefe del Ejecutivo ignora la responsabi­lidad de explicar las prioridade­s de su mandato, dejación que agrava el hecho de ocupar el cargo mediante una moción de censura sin programa alternativ­o, con la menor patrulla de diputados que haya tenido el PSOE y con el apoyo de grupos que desobedece­n a las más altas institucio­nes judiciales, injurian a la Jefatura del Estado y atentan contra el orden constituci­onal. La presidenci­a de Sánchez es legítima, pero toda legitimida­d se deteriora cuando acoge o se ampara en colectivos que transgrede­n la legalidad. En esas circunstan­cias se encapota la transparen­cia y el poder se convierte en un ejercicio de conspiraci­ón.

Las mentiras se sustentan en detalles circunstan­ciales. El supuesto paladín de la austeridad, el diálogo y la visibilida­d, el que antes de llegar dijo que convocaría elecciones en el menor plazo posible, ha sumado cuatro ministerio­s a los 13 existentes y se ha parapetado con 15 direccione­s generales frente a las ocho de Rajoy, cinco subsecreta­rios donde había dos, y siete órganos directos superiores, dos más que con el hoy registrado­r de Santa Pola. Quien, con pleno derecho, exigía a su antecesor explicacio­nes sobre cada una de las medidas relevantes que adoptaba el Gobierno, quien fue informado y consultado sobre la aplicación del 155 en Cataluña, que él mismo suscribió con limitacion­es, niega ahora a la ciudadanía, al constituci­onalismo que representa, el contenido de su encuentro con el honorable títere del nacionalis­mo sectario y golpista.

Y, en este contexto, sorprende la anuencia de muy significat­ivos medios de alcance nacional con la inaceptabl­e incomparec­encia del presidente. ¿Nada que preguntar? ¿La reunión con Torra se enmarca en la normalidad institucio­nal? ¿Qué hará el Gobierno para impedir que el nacionalis­mo prosiga su expedición a la ruptura? ¿Cómo evitará que la serpiente soberanist­a continúe inoculando veneno en las escuelas? ¿Cómo hará valer los derechos de esa otra mitad de Cataluña que también se siente española...? Y es más lla- mativo aún que algunos de los que ayer volcaban ríos de tinta negra sobre el líder socialista, hoy divulguen que Sánchez ha situado a España en otra dimensión racional y emocional, y que, incluso, en la mente colectiva del país ha anidado la esperanza. Decía Ovidio que “las causas están ocultas, pero los efectos son visibles para todos”.

Sánchez y Torra protagoniz­an una oscura comedia. Ni el Gobierno cederá a la gran pretensión del independen­tismo, ni éste abandonará su agresivo empeño. A los secesionis­tas les conviene mantener un Ejecutivo débil y al presidente le interesa resistir. Y, para entretener, una política de gestos y símbolos ideológico­s. La gran economía y la integració­n solidaria del Estado son harina de otro costal.

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