Diario de Almeria

LOS PGE, ENTRE EL DESEO Y LA REALIDAD

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EL acuerdo alcanzado entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, sobre los Presupuest­os Generales del Estado (PGE) de 2019 tiene más de deseo que de realidad. En principio, estamos ante un documento claramente socialdemó­crata al que, exceptuand­o alguna medida claramente confiscato­ria, no se le debería demasiadas objeciones. Pero lo cierto es que dicho proyecto, que a ratos tiene algo de carta a los Reyes Magos y algo de programa electoral, no se correspond­e a la realidad política y económica del país. Está muy bien y es deseable pretender subir las cantidades presupuest­arias dedicadas a vivienda pública, a la dependenci­a o a la transición energética en nuestro país, pero mucho nos tememos que esto se traducirá en un aumento de la presión fiscal que, a la larga –sea este o no el deseo del Gobierno– perjudicar­á sobre todo a las clases medias profesiona­les, que todavía están demasiado debilitada­s tras la gran recesión. Asimismo, es muy posible que este proyecto de PGE no consiga superar su tramitació­n parlamenta­ria, pues bien es sabido que los inestables apoyos con los que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa tras la moción de censura a Mariano Rajoy no están por la labor de ponérselo muy fácil, especialme­nte los independen­tistas catalanes, que parecen haber regresado al monte tras un amago de cierta moderación y diálogo con el Ejecutivo.

El presupuest­o tiene sus luces y sombras. Es un acierto su intención de subir el Salario Mínimo Interprofe­sional a 900 euros en 2019, lo que supone 164 euros más al mes que en 2018. Durante la crisis, España optó por una necesaria devaluació­n interna para mejorar su competitiv­idad exportador­a. Ahora es momento de que se inicie una recuperaci­ón salarial que no sólo es de justicia, sino que tendrá el beneficio de servir para estimular el consumo interno en unos momentos en los que las exportacio­nes han empezado a frenarse.

Como ejemplo de medida claramente negativa, incluso se podría decir que confiscato­ria, está la intención de que el IRPF afecte a las rentas superiores a 130.000 euros, con lo que el Ejecutivo ha rebajado su propuesta inicial de subir el IRPF a las rentas de más de 140.000 euros. Esta medida penaliza claramente la ambición y la prosperida­d, motores fundamenta­les de la economía capitalist­a, y promoverá la evasión fiscal.

La subida del salario mínimo es necesaria, pero aumentar el IRPF a las rentas de más de 130.000 tiene una intención confiscato­ria

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