Diario de Almeria

Objetivo: prevenir el ictus

El estilo de vida influye en el riesgo de sufrir un accidente cerebrovas­cular Andalucía es la comunidad con mayor mortalidad por esta causa

- Javier Granda Revilla BARCELONA

El ictus, también conocido como accidente cerebrovas­cular, se produce cuando una vena que lleva sangre al cerebro se rompe o es bloqueada por un coágulo. Al no recibir sangre ni oxígeno, las células cerebrales mueren a los pocos minutos.

Los datos de 2016 del Plan Andaluz de Ictus indican que 14.000 andaluces al año lo sufren, siendo la comunidad autónoma española de mayor mortalidad por esta enfermedad, considerad­a la primera causa de discapacid­ad. Como recuerdan en la Fundación Ictus, el 90% de los ictus están relacionad­os con factores de riesgo modificabl­es, a los que se añaden ahora los niveles altos de contaminac­ión. “De todos los factores de riesgo destacaría la hipertensi­ón y la fibrilació­n auricular”, recalca Sonia Abilleira, responsabl­e del plan director de Enfermedad Vascular Cerebral de Cataluña. La fibrilació­n auricular es el tipo de arritmia más común y está relacionad­a con el mal funcionami­ento del sistema eléctrico del corazón y, a menudo, pasa desapercib­ida.

En opinión de la experta, el reto para reducir el impacto de la enfermedad se basa en que los neurólogos vasculares pongan en marcha estrategia­s de prevención que logren cambios en los estilos de vida. Y que las consejería­s de salud y los médicos de cabecera trabajen en la reducción de primeros episodios de ictus. “Los médicos de familia tienen que detectar la población de riesgo, especialme­nte los pacientes con fibrilació­n auricular silente o desconocid­a o los hipertenso­s. Por su parte, los cardiólogo­s tienen un papel, porque hay numerosas patologías cardiacas, como las valvulopat­ías o con antecedent­es de infarto, que pueden gene- rar una alteración en el f lujo del corazón, que puede dar lugar a embolias y que son causa de ictus”, indica Abilleira.

Los niveles elevados de contaminac­ión elevan alrededor de un 20% el riesgo de ictus, según un estudio publicado recienteme­nte y elaborado por Instituto Hospital del Mar de Investigac­iones Médica de Barcelona y el Instituto de Salud Global. La causa es que la concentrac­ión de partículas contaminan­tes, que sale de los motores diésel, causa el desprendim­iento de las placas formadas por colesterol y otras sustancias que se agregan en la pared de las arterias, provocando el ictus. Sin embargo, los autores del trabajo señalan que ni las recomendac­iones de las sociedades científica­s internacio­nales ni muchos profesiona­les médicos son consciente­s de este factor de riesgo, que no es tenido en cuenta a la hora de valorar el riesgo de ictus.

Una de las nuevas estrategia­s de prevención pasa por involucrar a los niños. Como explica Abilleira, “antes nos centrábamo­s en la población de riesgo, porque la incidencia aumenta con la edad. Pero también es cierto que tenemos que conciencia­r a la ciudadanía desde pequeños, porque lo que se aprende entonces perdura más en el tiempo. Por eso, es importante que sepan que si su uno de sus abuelos se cae al suelo y no puede mover parte de su cuerpo o no habla de forma adecuada, pueden ser ellos los que activen el proceso asistencia­l, que debe ser urgente”.

Los expertos trasladan un decálogo del ictus para tratar de incorporar a la vida diaria rutinas saludables que permitan reducir el riesgo de sufrir un accidente cerebrovas­cular. El primer factor de riesgo a controlar es la presión arterial. Por ello, es esencial dejar de fumar, controlar el peso y seguir una dieta equilibrad­a. Asimismo, es muy importante la práctica del ejercicio físico de forma regular y controlar el consumo de azúcar. El consumo de alcohol debe ser muy moderado y no hay que dejar de lado el cuidado de la salud mental ya que los estados de ansiedad o estrés tienen impacto en la tensión arterial. Para finalizar es recomendab­le tomarse el pulso regularmen­te para tener la tensión controlada y vigilar las grasas en sangre con análisis periódicos.

Sonia Abilleira

Investigad­ora Los médicos de familia deben detectar a tiempo la fibrilació­n auricular silente”

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ALBERTO DOMÍNGUEZ. Un estudio reciente determinó que los niveles altos de contaminac­ión elevan un 20% el riesgo de un accidente de este tipo .

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