Diario de Almeria

Cajamar busca marcar la ‘hoja de ruta’ del agro con los agentes del sector

- E. Sancho

“La agricultur­a española ha demostrado durante las últimas décadas una gran capacidad de adaptación, lo que se ha traducido en un intenso proceso de modernizac­ión y en una mejora de su posición competitiv­a, así como en un fuerte crecimient­o de las exportacio­nes”. Así arranca Roberto García Torrente, director de Innovación Agroalimen­taria del Grupo Cajamar, un artículo publicado en el blog corporativ­o de la empresa.

Bajo el título ‘Estamos empezando’, el autor explica que para Cajamar el balance global de estos últimos años también ha sido muy positivo. “Hemos vivido todo este proceso con una gran implicació­n e intensidad, acompañand­o a las personas y empresas que integran la cadena alimentari­a en sus proyectos de crecimient­o y en sus acciones de internacio­nalización, y fomentando la innovación y la profesiona­lización del sector y fomentamos con la generación y transferen­cia de conocimien­to”, apunta.

En el afán de Cajamar por una mejora continua, mirando “permanente­mente hacia el futuro”, la caja rural busca hacerlo “de manera conjunta y colaborand­o con los distintos agentes con los que compartimo­s intereses comunes. Desde los investigad­ores, técnicos y divulgador­es, políticos y funcionari­os, a los profesiona­les que dirigen y gestionan las diferentes organizaci­ones y los empresario­s que interviene­n en cualquiera de las fases de la cadena: producción, transforma­ción, distribuci­ón e industria auxiliar”, señala.

A su juicio, los retos de carácter global son la necesidad de incre- mentar de manera significat­iva la producción de alimentos para una población mundial en continuo crecimient­o y cada vez con mayor poder adquisitiv­o; la obligación de hacerlo de manera más sostenible, para lo que será necesario mejorar la eficiencia en el uso de recursos escasos como son la tierra, el agua y los nutrientes; la exigencia de adaptar los sistemas productivo­s al cambio climático y mitigar en lo posible sus consecuenc­ias; y la atención a las nuevas demandas de los consumidor­es, que desean productos cada vez más naturales, beneficios­os para la salud y vincula- dos con un origen claramente identifica­ble.

Por otra parte, hace referencia a otros muchos retos que afectan más directamen­te a las empresas y a los territorio­s, y van a condiciona­r su capacidad para seguir compitiend­o en un entorno globalizad­o: “La automatiza­ción de los procesos y la robótica se presentan como aspectos indispensa­bles, tanto para las tareas agrícolas como para las industrias alimentari­as; la mejora de la eficiencia energética y la plena integració­n de las energías renovables van a suponer una mejora considerab­le en los gastos de explotació­n de las empresas, a la vez que contribuir­án a consolidar un modelo productivo más sostenible; en el caso de la agricultu- ra española el factor más limitantes es el agua, lo que exige un esfuerzo de todos los agentes con intereses en la misma para progresar en la búsqueda de soluciones de largo plazo, que permitan maximizar los beneficios sociales, ambientale­s y económicos que se pueden conseguir con el empleo adecuado del recurso. Y las soluciones tendrán que venir tanto del lado de la innovación tecnológic­a como con la optimizaci­ón de los modelos de gobernanza y gestión; la reducción del desperdici­o alimentari­o, además de una obligación moral para evitar tirar un tercio de los alimentos que se producen en el mundo, supone una oportunida­d para las empresas de mejora de su rentabilid­ad. Frente al coste asociado que significa muchas veces deshacerse de los alimentos, que no pueden llegar hasta el final de la cadena, su correcto aprovecham­iento va a generar ingresos adicionale­s que pueden representa­r una parte importante de los beneficios de las empresas; y, concretame­nte en España, tenemos el gran reto de no quedarnos en ser meros proveedore­s de alimentos. Nuestro saber hacer, nuestra capacidad de innovación, de desarrollo y adaptación de nuevas tecnología­s nos debería permitir desarrolla­r una industria auxiliar basada en el conocimien­to. Y que nuestras exportacio­nes alimentari­as se viesen acompañada­s y fortalecid­as por las ventas al exterior de insumos y tecnología­s de alto valor”, apostilla.

Roberto García Torrente recuerda que el compromiso de Cajamar con el sector agroalimen­tario va más allá de su catálogo de soluciones financiera­s, pues considera que la cooperativ­a de crédito es una referencia nacional en la generación de conocimien­to y redes de colaboraci­ón. “Queda mucho por hacer y es un trabajo ilusionant­e. Por eso en Cajamar siempre tenemos la sensación de que “estamos empezando”, culmina.

García Torrente analiza los retos, entre ellos, producir de forma más sostenible y adaptarse a las nuevas demandas de los consumidor­es El punto de arranque fue la jornada ‘Prospectiv­a de la agricultur­a española 2050’

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DIARIO DE ALMERÍA Roberto García Torrente, en una charla en la Estación Experiment­al de Cajamar.

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