Diario de Almeria

15 AÑOS TIENE EL AMOR

- PILAR FUERTES

CADA vez hay menos bodas y más divorcios. En todas partes, en toda España. Y en la cuenta también entra Sevilla.

Los datos llegan ya desde cualquier registro que se precie, como los canónicos y los judiciales. Pero hasta el libro de partes de un fotógrafo vale para dar fe. No se libra ni el del vídeo.

A lo menos que conduce una estadístic­a así, es a la ref lexión. ¿Esto por qué está pasando? ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Puede haber montones de respuestas, pero me temo que una en general es que lo del matrimonio no se ha contado bien y viene envuelto sólo por palabras que suenan a música celestial o civil. Porque una cosa es que se equivoquen unos cuantos, pero otra es que se hayan metido donde no debían más de la mitad de los que se meten.

Me imagino que una de las razones de la Ley del Divorcio fue asistir accidentes insalvable­s, generalmen­te por llevar para el casorio más velocidad de la aconsejabl­e, incluso muchas veces más velocidad de la permitida, la que termina en siniestros totales de la convivenci­a. Supongo que fue una Ley motivada para regular adioses, despedi- das y daños y perjuicios. Mientras tanto, se esperaba que el resto de los desplazami­entos por el matrimonio llegaría a su destino previsto, ese que siempre ha sido ser felices y comer perdices hasta que la muerte los separe, no un castañazo contra la mediana de la primera cur va. Pero esto de ahora… esto es como una colisión en cadena.

Quizás se contó la vida en pareja tan idílica y romántica como bailar un bolero. Y también que la cama con ardores de novios tenía de casados más extensión que el suelo total de la vida en común y sus pesadas losas: hijos, pagos de todo tipo de recibos, cartas de banco, hipotecas, suegras, familias políticas, colegios, deberes, tutorías, baños, vacunas… Todo eso que deja ya poco sitio al “Je t´aime, moi non plus”. Hace falta todo el amor del mundo para poder con el reto diario.

Las estadístic­as aseveran que la media de duración de un matrimonio en la actualidad es de quince años. O sea, que acaban justo donde empezaba el Dúo Dinámico. Así que lo de juntos hasta la eternidad no alcanza ni la mayoría de edad. Forever no existe.

En general, a estas alturas no somos ya más que la hermosa partitura de cientos de canciones persiguien­do una meta imposible. Y quienes desde ahora cumplan sus bodas de oro matrimonia­les van a recordar aquella época en la que los dinosaurio­s dominaron la tierra. Porque lo que es el amor para siempre, parece haber perdido todo su imperio, igual que lo perdió Roma. Ya no nos queda ni París.

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