Diario de Almeria

EL DÍA MÁS SEVILLANO

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MÁs allá del tiempo y del espacio. Allí donde no hay ni pasado ni futuro, sólo un presente perpetuo sin principio ni fin al que los hombres, incapaces de pensarlo o imaginarlo, llaman eternidad. Flotando en un vacío absoluto que a la vez es una total plenitud, movidas sus vestiduras por una brisa misteriosa, ensimismad­a, reflexiva, íntimament­e feliz, pura potencia aún no hecha acto, una mujer joven, casi una niña, une en sí el principio, Génesis, y el fin, Apocalipsi­s, de las Escrituras. Ésta es la mujer que Dios anunció a la serpiente y prometió a la humanidad (“pondré enemistad entre ti y la mujer”) y la mujer de los últimos tiempos (“apareció una figura portentosa en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas”). Ésta es la Inmaculada Concepción de la teología y la Purísima de la devoción popular. El misterio que responde a la hermosa interrogac­ión de San Cirilo de Alejandría: “¿Cuándo se ha oído jamás que un arquitecto se edifique una casa y la deje ocupar por su enemigo?”.

Cosas sólo de católicos, se me dirá. No. Cosa, culturalme­nte, de todos. Y más en Sevilla. Porque el misterio, primero, y dogma, después, de la Inmaculada Con-

Hoy es uno de los días más sevillanos del año. No lo digo yo. Lo dicen la historia, el arte y la costumbre

cepción ha sido una fuente extraordin­aria de inspiració­n para el arte. Con mucho mayor vigor creativo cuando era afirmación polémica, libre voluntad de creer y clamor popular que cuando fue definición dogmática. Los tiempos son los que son y la definición dogmática se produjo en pleno decaimient­o del arte cristiano, ese kitsch de estatuas de yeso y cuadros cursis que el magnífico y tronante Leon Bloy llamó saint-sulpicien por venderse en las tiendas religiosas de la parisina plaza de Saint Sulpice. No era así la Sevilla y la España de los siglos XVI y XVII.

Hablo de Pacheco, de Zurbarán, de Velázquez, de Murillo, de Montañés, de Mesa, de Juan de Juanes, de Mena, de Cano, del Greco… El misterio religioso y el dogma son cuestión de los creyentes. La Inmaculada en el arte es cuestión de todos. Y la devoción popular a la Purísima es historia de Sevilla (hoy hace un siglo que se inauguró el monumento a la Inmaculada de la Plaza del Triunfo). Lo primero puede ignorarse si se quiere: sólo afecta a las creencias. Lo segundo y lo tercero no: son realidades objetivas que enriquecen a quien tenga sensibilid­ad.

Hoy es uno de los días más sevillanos del año. No lo digo yo. Lo dicen la historia, el arte y la costumbre.

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CARLOS COLÓN ccolon@grupojoly.com

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