Una plantación cuyo olor no podía ser disimulado
Todos sabían en Paterna del Río que algo no marchaba bien en la vivienda de la llamada plaza del Mercado. Precisamente un inmueble alquilado, de los de más solera en el pueblo y donde antiguamente había un obrador de pan. Meses atrás, los residentes comenzaron a ver cómo del mismo entraban y salían dos jóvenes que tenían poco trato con el resto de ciudadanos. Como mucho, el único contacto con los vecinos de Paterna eran las visitas al bar de la plaza mayor del pueblo para comprar refrescos o tabaco. Sin embargo, el característico olor de la marihuana ya hacía pensar que dentro de la casa podía haber un cultivo de esta sustancia estupefaciente, como finalmente resultó ser. Tras la muerte, el único y leve alivio de los ciudadanos de Paterna del Río es que la víctima no había sido nadie conocido. No faltaba ningún vecino y nadie había echado en falta a ninguna persona.