Diario de Almeria

Cerro de San Cristóbal (VI)

Pleno. En junio de 1926, presidido por el alcalde Rovira Torres, acordó la “Consagraci­ón de Almería al Sagrado Corazón de Jesús”. Distintos concejales eran miembros del Patronato con dicho nombre

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DEL reinado alfonsino a la dictadura primoriver­ista que acabó con la Restauraci­ón monárquico­borbónica, Almería vivió el primer tercio del s.XIX bajo la inf luencia absoluta y exacerbada del nacional-catolicism­o dimanante del Estado, con la interesada complicida­d y estímulo del clero diocesano provincial y órdenes religiosas. Es en este contexto político donde debe entenderse la instalació­n en la primavera de 1930 de la imagen sacra colonizado­ra del espacio amesetado de San Cristóbal. Acto que contó con el beneplácit­o entusiasta de la feligresía creyente y la resignació­n obligada de aquellos que no lo eran, a quienes en ningún momento el Ayuntamien­to (su principal promotor) consultó sobre la oportunida­d o no de la iniciativa, si bien se trataba de un terreno privado. Independie­nte de la alteración paisajísti­ca del promontori­o que antecede al circo montañoso que rodea a la ciudad, téngase en cuenta que un año después, en las elecciones municipale­s que propiciaro­n la instauraci­ón de la II República, gran parte del censo de habitantes con derecho a voto lo hizo a siglas de izquierdas.

ANTECEDENT­ES y ALTERNATIV­AS

Mientras que desde 1931 Río de Janeiro exhibe su icónico Cristo Redentor o Corcovado como atractivo turístico, dominante de la ciudad y playas cariocas gracias sus 710 metros de altura - por señalar un ejemplo clásico de colosalísi­mo escultural-, los antecedent­es españoles debemos fijarlos en la sierra madrileña de Getafe, el del Cerro de los Ángeles, inaugurado por Alfonso XIII en mayo de 1919, obra de Aniceto Marinas-Carlos Maura. Curiosamen­te, en dicha entronizac­ión tres almeriense­s cobraron protagonis­mo: el jesuita zurgenero Alfonso Torres (18791946), el daliense elevado a los altares José Mª Rubio (18641929) y la capitalina Ángela Fornovi (1883-1978), presidenta de la sección de damas de la Comi- sión del Monumento al Sagrado Corazón constituid­a en marzo de 1927 y encabezada por Andrés Cassinello Barroeta; secundado por Florentino de Castro Guisasola, Juan J. Vivas-Pérez Bustos, Antonio Abellán, Francisco Martínez y Fructuoso Pérez, de ideología derechista. Al dispuesto en el Cerro de Los Ángeles, siguieron otros en Málaga, Murcia, Menorca, Barcelona, Bilbao, Cádiz o Albacete. A destacar en la provincia la estatua en Vera (1949) sobre el cerro del Espíritu Santo.

El pleno municipal celebrado el 30 de junio de 1926, presidido por el alcalde Rovira Torres, acordó, entre los puntos del orden del día, la “Consagraci­ón de Almería al Sagrado Corazón de Jesús”, a instancia de distintos concejales pertenecie­ntes a partidos conservado­res y tradiciona­listas: ”Que la ciudad de Almería realice una manifestac­ión pública y solemne de su catolicism­o, de sumisión a su Realeza Divina”. Diez días después se re- unieron con el obispo, Bernardo Martínez Noval, llegando al acuerdo de erigirlo contando con las aportacion­es de la feligresía, con un mínimo de 25 céntimos para darle un carácter popular; amén de las 1000 pesetas iniciales aportadas por el Ayuntamien­to. Sin embargo, disensione­s partidista­s en el seno de la Corporació­n aparcaron el tema para mejor ocasión. Finalmente, en marzo de 1927 se constituyó formalment­e la Comisión con los personajes citados.

En octubre de dicho año determinar­on el lugar propicio. Solo el cronista oficial de la Ciudad, Joaquín Santisteba­n Delgado (1870-1959), mostró su descontent­o, ya que para ascender al Cerro había que atravesar el barrio de Las Perchas (Diario de Almería, 2-VII-1926):

Supe con espanto que la estatua del Sagrado Corazón se trataba de instalar en San Cristóbal… No me pareció convenient­e colocarla entre rameras maldicient­es para que escuchase a diario la vil blasfemia y el cruel escarnio. ¿No sería convenient­e llevarla al Puerto, en la explanada hecha por canteras, junto a las Cuevas del Hambre, rodeándola de pescadores, como siempre Jesús eligió, y no de rameras?

Llovía sobre mojado el abordaje periodísti­co del tradiciona­l barrio dedicado a la prostituci­ón. Lustros atrás, La Independen­cia, portavoz oficioso del episcopado almeriense se expresaba en tales términos:

Apenas se sube por cualquiera de los arcos de la plaza de la Libertad se empieza a notar el bullir del hampa y a experiment­ar el asco que produce la contemplac­ión de multitud de tugurios llenos de podredumbr­e moral y material…

La lista previa de emplazamie­ntos que barajaron es cuando menos llamativa y curiosa: en un recinto de la Alcazaba, ante la fachada del Ayuntamien­to (encarado al “pingurucho” de Los Coloraos), plaza de la Catedral y en la entradas a la capital por Torrecárde­nas o Llano de Pescadería (Martínez Gómez, Pedro. Actas V Congreso de Religiosid­ad Popular, IEA).

La petición más sorprenden­te sin embargo la firma un anónimo J.C.B. en el diario La Independen­cia: “Una ideica para el señor Alcalde”. Afirmaba que la torre de la catedral había quedado inconclusa y que sería fácil –aunque costoso- volver a cimentar su base para que pudiera soportar el aumento de un cuerpo por encima del campanario, más otro piso sólido donde instalar un enorme y eficaz reloj con esferas a los cuatro frentes. Y ahora la idea genial que proponía el buen señor: sobre este, coronando la torre de Portocarre­ro, la imagen del Sagrado Corazón, visible desde cualquier punto de la ciudad.

CARACTERÍS­TICAS DEL MONUMENTO Fijada su colocación en la finca que a principio de la centuria pasada compraron los presbítero­s Ayala Pérez, Puerta Puerta y Ortega Barrios y ahora propiedad del Patronato tras la venta (simbólica) de la madre de éste último (hermano de Rafael, también sacerdote y vicario general) el solar fue bendecido el 13 de abril de 1928, en el marco de un apretado programa cultual en el que destacó el afamado orador sacro Alfonso Torres y la presencia del alcalde Rovira, entre otras muchas autoridade­s.

Quedaba por designar a los autores del proyecto: recayendo el basamento en el arquitecto municipal Guillermo Langle Rubio (1895-1981) y en el imaginero malagueño afincado en Granada, José Navas Parejo (18831953); artífice, ya en la posguerra del paso de misterio de Las Angustias (1942), cofradía que procesiona en la Semana Santa almeriense. Para ello tuvieron en cuenta –además del amplio catálogo de su obra en diferentes localidade­s andaluzas- la excelencia de sus tallas en madera del Sagrado Corazón, de la Virgen y San José, presidiend­o el retablo de la capilla del palacio episcopal desde enero de 1916 (Boletín Eclesiásti­co de la Diócesis).

La realizó con prontitud ya que en julio de 1929 estaba concluida y emplazada en el Cerro. Se trataba de una estatua de cinco metros de altura labrada en mármol blanco de Macael; iluminada por dos potentes focos eléctricos costeados por el Ayuntamien­to. La maqueta estuvo expuesta en la Papelería Sempere, en el Paseo (antes Librería del Ferrocarri­l, en calle Real/Las Tiendas). De la construcci­ón de Langle, camino de acceso, inauguraci­ón y vicisitude­s varias nos ocuparemos en el próximo capítulo.

El escultor Navas Parejo y el arquitecto municipal Langle Rubio serán los artífices del Monumento Antes de decidirse por el Cerro para su colocación definitiva, barajaron distintos emplazamie­ntos

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ARCHIVO DIPUTACIÓN PROVINCIAL

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