La ocasión hace al LADRÓN
antiguas o de pocos pisos, escalando y trepando a través de la fachada accediendo por los balcones o terrazas. Actúan de noche. robar subidos a bordo de dos motocicletas. Sin quitarse los cascos de protección, dos de ellos bajan del vehículo intimidando a los peatones o empleados que salen a la calle.
Los otros dos rompen a mazazos los expositores de los objetos de mas valor introduciendo las manos por el agujero para hacerse con el botín..
Este tipo de robos los suelen hacer a plena luz del día y en su consumación emplean entre tres y cuatro minutos vehículo parado revisando paquetes o papeles. Desplácese cuanto antes. Si percibe algo sospechoso, llame la atención de los transeúntes haciendo sonar el claxon y accionando las luces de ráfagas.
Los que dominan este “registro” en la actualidad son personas procedentes de Europa del este, especializados en desvalijar las cabinas telefónicas. Atrás quedaron ya los tiempos del “f leje” o “espadilla” para forzar los cajetines telefónicos. Ahora los aparatos son mas sofisticados.
(“sañero”) Es el delincuente que sustrae la cartera a la victima para apropiarse de los billetes, monedas o las tarjetas de crédito (“plásticos). El lugar o lugares habituales donde ejecuta el hecho (“pasto”) es en mercadillos, acontecimientos deportivos, ferias, autobuses, siempre donde haya grandes aglomeraciones de personas
Puede actuar solo o acompañado y existen diversas técnicas:
Utiliza los dedos índice y medio protegido por un periódico o prenda de vestir(“muleta”) que oculta la operación a los presentes y que acto seguido pasa la cartera al cómplice (“pasar el burro”)
Abre el bolso de las
mujeres e in- troduce las manos para apoderarse de los monederos.
Técnica sudamericana practicada por carteristas de aquellos países que utilizan pinzas adaptados o alambres para “levantar” la cartera.
En desuso ha caído la tradicional forma utilizada por los viejos carterista quienes valiéndose de una cuchilla de afeitar cortaban los forros de los bolsillos para sacarle las carteras.
Especializados en la sustracción de maletas, bolsas de viaje, cámaras fotográficas y cuantos efectos puedan llevar quienes se disponen a viajar. Sus lugares de actuación son las estaciones de ferrocarril, autobuses, estaciones marítimas, aeropuertos y vestíbulos de hoteles.
Actúan en los grandes almacenes y superficies comerciales. Están los “empalmadores” que hacen el trabajo entre varios individuos, donde mientras uno distraen al dependiente-prefieren jóvenes- el otro se lleva en la mano un objeto pequeño pero de gran valor, fundamentalmente joyas. Utilizan pegamentos o chicles para hacerlo.
Son mujeres provistas de un gran mandil camuflado bajo una prenda de vestir amplia. Como en el caso anterior suelen ir varias, una de las cuales denominadas “la cartujera” es la encargada de vigilar o distraer al dependiente.
Los hurtos por descuido constituyen una pesadilla para los establecimientos comerciales, quienes tratan de combatirla con el uso de numerosos sistemas de seguridad, que van desde las cámaras de TV de circuito cerrado, pasando por vigilantes de seguridad y chips y barras de código en los distintos artículos.
Son mujeres, que con ocasión del ejercicio de la prostitución le sustraen al cliente lo que de valor lleva encima. Suelen actuar a veces con un cómplice y es en la calle donde tras concertar el servicio, llevan a su victima hasta la habitación de un hostal o pensión. Este “registro” lleva la alternativa del denominado “Beso del amor”.
Se conocen así a los delincuentes que trabajan en las habitaciones de hoteles, bien cuando ha salido el ocupante o incluso, cuando éste se encuentra durmiendo. Estas modalidades, salvo casos excepcionales ya no son frecuentes en el momento actual.