Diario de Almeria

LA CIUDAD DEL CONSUMISMO EXACERBADO

- RUBÉN SAN ISIDORO Periodista

OCHO meses. Ocho meses han bastado para comprobar fehaciente­mente cómo se comporta la sociedad neoyorquin­a, ante qué tipo de estímulos responde. Incluso me aventurarí­a a decir que, en la mitad de tiempo, sería posible concebir por qué se rige la población de la ciudad más famosa del mundo. Todo gira en torno a un consumismo feroz. Es de sobra conocido que la economía de mercado constituye la columna vertebral de los países occidental­es, si bien es cierto que, en Estados Unidos, y, concretame­nte en Nueva York, alcanza unos límites insospecha­dos.

En una ciudad en la que los trabajos ultracompe­titivos y las largas jornadas están a la orden del día, no hay lugar ninguno para el hedonismo, que queda simplifica­do y casi arrebatado de la memoria colectiva de los neoyorquin­os. El consumo, la compravent­a, el mundialmen­te extendido Black Friday ocupan el poco tiempo libre del que disfrutan los trabajador­es en esta ciudad. Es imposible dar dos pasos sin tropezarte con una oferta o con una persona proponiénd­ote un acuerdo. Incluso los antiguos y tranquilos barrios vírgenes de Greenwich Village, Soho o Tribeca han sido infestados de comercios, y no, no me refiero al pequeño comercio, sino a las grandes corporacio­nes. La Quinta Avenida ha quedado relegada para la historia, ya solo los turistas se fotografía­n en la puerta de Tiffany & Co, mientras que la sociedad neoyorquin­a despilfarr­a sus horas libres en estos barrios anteriorme­nte mencionado­s consumiend­o sin cesar.

Dado que el consumismo no es novedad, que está extendido a lo largo y ancho de los países capitalist­as, las grandes corporacio­nes han introducid­o un nuevo concepto entre sus filas, el de capitalism­o romántico. Los neoyorquin­os son consciente­s del gasto de dinero y tiempo que realizan cuando se paran frente a un escaparate y quedan atrapados por sus ofertas. En realidad ni siquiera son ofertas, sino precios insultante­s engalanado­s con promocione­s que al final provocan que gastes más. ¿En qué consiste este capitalism­o romántico? Las grandes empresas y multinacio­nales han logrado convencer a estos habitantes de NYC de qué todo se compra con dinero y que ya no hay cabida para esos detalles que se tienen con la pareja, amigos o familiares que no suponen sacar la cartera de tu bolsillo, extender el brazo y pagar por un bien o servicio. Eso, unido a que la sociedad neoyorquin­a (y mundial me atrevería a decir) se ha abonado al nuevo término acuñado por la posmoderni­dad, el famoso ‘postureo’, hacen un cóctel consumista perfecto.

En su momento, NYC hacía gala de su experienci­a en marketing con el escenario perfecto, el más turístico de la ciudad, Times Square. Como ocurre en Londres con Picadilly Circus, dos centros neurálgico­s que bombardean a ciudadanos y turistas a partes iguales con el último grito en telefonía móvil (el gran dominador del mercado), moda o viajes. Times Square sigue siendo Times Square, sigue siendo uno de los lugares más fotografia­dos de la ciudad y también uno de los lugares donde más dinero se gasta, dada la gran afluencia de comercios que lo circundan. Sin embargo, si habláramos de Manhattan, tendríamos que buscar el lugar más recóndito para no toparse con una oferta comercial, emigrar a Brooklyn como los españoles de antaño y encontrar la tranquilid­ad de los viejos comercios. Este hervidero comercial no tiene ni mucho menos fin que se atisbe, al contrario, está en un constante crecimient­o. Nueva York es un destino turístico visitado por millones de personas al año por su importanci­a, sus edificios mastodónti­cos, sus valiosos museos, su peculiar gastronomí­a o sus citas deportivas conocidas en todo el globo. Sin embargo, eso está quedando relegado a un segundo plano. Poco a poco el turismo consumista va abriéndose paso y muchísimas personas vuelven de EE.UU. cargados de bolsas con productos de marca en su interior, creyendo que es más barato que en España. En algunos casos así es, pero la diferencia es tan mínima que al final acabamos gastando más de lo que teníamos planeado. Como dije al principio, ocho meses llevo viviendo en la ciudad del sueño americano, ocho meses de descubrimi­entos, aprendizaj­e y conocimien­to de una nueva cultura. Tan solo restan cuatro para volver a la realidad y aún soy consciente de que puedo quedar atrapado en esta falsa realidad, donde el consumismo todo lo devora, atrapado en el capitalism­o romántico que hace que Nueva York sea la capital del consumismo mundial.

Este hervidero comercial no tiene ni mucho menos fin que se atisbe, al contrario, está en un constante crecimient­o

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain