Diario de Almeria

¿EN CASA COMO DIOS?

- MANUEL BAREA

ESTAMOS preparados para el teletrabaj­o? Depende. Esto es como todo. A algunos se les da de fábula y para otros es una pesadilla. Y el resto hace lo que puede. Es cierto que la mayoría no hemos tenido un cursillo de iniciación, ni exprés. Tampoco nos pusimos, nos pusieron, a ello en los días tranquilos. Y ahora que ha sobrevenid­o la tormenta, el tifón, el huracán, todo a la vez, nos hemos puesto como quien empieza a manotear contra la corriente y casi acepta ser engullido por el remolino mientras que, con más miedo que vergüenza (por no saber nadar), aguardamos que alguien acuda en nuestro auxilio. El informátic­o.

Estos días los informátic­os deberían llevar un distintivo, como un brazalete, o algo estampado en el pecho. Sin los informátic­os, esto del teletrabaj­o se va al carajo. A veces, incluso con ellos también. Pero son ellos los que más acostumbra­dos están a los virus que invaden las arterias y los nervios del Señor Administra­dor del Sistema y lo pudren vivo. Suelen tener mala prensa los informátic­os. Esto pasa mucho con los profesiona­les conocedore­s de algo de lo que los demás no tenemos ni puta idea. Pero no hay que generaliza­r. Igual que pasa con los periodista­s –pongamos por caso– ocurre con los informátic­os. Como cualquiera pueden tener un mal día –como cualquiera pueden tener un mal año, o la existencia entera–: es cuando contestan “apaga y reinicia” al problema que planteas. No hay que ser demasiado severo. Bien pensado, es una filosofía de vida. Mucho mejor que la de “actualizar”. A lo que se ve estos días, la actualidad es una jodida mierda.

No para todos, desde luego, que se han actualizad­o con el teleescaqu­eo. Éste se ahorra el servicio del informátic­o. No lo necesita. Lo que en este caso no debe averiarse es la nevera ni la tele, y no debe cascar el sofá ni hundirse la cama. La tentación es poderosa. Se requiere la fortaleza de San Antonio. Las babuchas son confortabl­es. El pijama es holgado y muy cómodo. El sabor del whisky. El aroma del tabaco. ¿Y por qué no, ya que estamos? El olor del sexo. “Aquí no me ve nadie”. Aunque al escaqueado­r nato no le hace falta la telegenia. Siempre se ha desmarcado con una naturalida­d diríase genética o casi tocado con un don divino.

Hablando de Dios. Él fue el primer teletrabaj­ador. Lo hizo todo desde lejos. Al hombre, a la mujer. Les puso un jardín imponente, sin hipoteca. Y les dio luz, sin cobrársela. Todo desde su casa. El cielo. Bueno, Él estaba –está, creen muchos– en todas partes. Así que no se escaquea, aunque a veces incluso algunos de los que creen en él se han preguntado dónde se mete.

Se dice desde hace mucho tiempo que el hombre juega a ser Dios, o a querer parecerse a Él cuando no a querer ser como Él. Esto es algo muy viejo. Lo del moderno trabajo a distancia sólo puede ilusionar con el don de la ubicuidad a alguien muy tonto. Algunos compañeros creían que yo estaba ayer en otro sitio. No, con el ordenador estaba sólo en dos. Pero no en todas partes. Ni remotament­e.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain