DESDE TU FUTURO, TULIPÁN
ASEGURAR que todos los holandeses son altos, guapos y hacen vida sana es tan necio como afirmar que el español se caracteriza por ser un fiera de la bulería, el trasnoche y la paella. Aducir que todos los neerlandeses son racistas de pasado esclavista y que fueron esbirros de los nazis, a pesar de sus bicicletas y sus casas visibles a la calle, también es tan aventurado como sostener que aquí somos sanguijuelas comunitarias dilapidadoras de la productividad de otros; infragente caótica e incapaz de ser formal en sus compromisos. Sin embargo, cuando son representantes políticos los que se expresan, uno tiene derecho a opinar sobre lo que dicen o insinúan. Si sus palabras coinciden con imágenes de millares de ataúdes en polideportivos, hay derecho a ejercer una cierta violencia dialéctica de respuesta. Los hechos: el ministro neerlandés de Finanzas pidió ayer investigar por qué España e Italia no tienen recursos propios para contener la pandemia. El primer ministro portugués, un noble irmao, fue claro en su respuesta: “Re-pug-nan-te”.
No ya los hospitales, sino las funerarias no dan abasto en Italia y España por la acometida de un virus asesino. Nadie, ningún país, está preparado para eso. Como advertía Francesca Melandri a los ingleses ayer en The Guardian, con un título que aquí medio robo ( Desde tu futuro), “usted no sabe lo que se le viene encima”. Lo doloroso de la cínica y prepotente insinuación del ministro Hoekstra es no ya que allí –en la ex Holanda– van a acusar el golpe más pronto que tarde, sino el hecho de que si en España no hay medios suficientes ha sido no sólo por el poder del Covid-19, sino también por los recortes en Sanidad pública que comenzaron con Zapatero y después continuó Rajoy hace unos diez años, que vinieron obligados por el hermano mayor (y más comunitario) de Países Bajos, Alemania. Entonces había culpa; no tanto de la gente de a pie como de cierta banca y ciertos políticos españoles. La había. Ahora, no. Ahora llueve sobre mojado, y es sobrevenido: el virus no lo creó España ni Italia. Ahora es golpe sobre golpe, y es azaroso que la primera bofetada de esta pandemia haya aterrizado en el Mediterráneo (el primer contagio en Europa fue en Alemania, por cierto). Que la Europa rica –tan olvidadiza de su historia aún reciente– se oponga a endeudarse avalando a otros países puede ser defendible, aunque los tratos son los tratos: se cumplen. Qué le voy a enseñar yo a un calvinista sobre el deber. Pero desde tu futuro, tulipán, se te exige respeto. No ya lealtad.