Diario de Almeria

ESPAÑA SE SALVARÁ POR SU BUENA GENTE

- MANUEL CAMPO VIDAL

ESTE país nuestro con la autoestima tan baja –creemos que todo lo de fuera es mejor, hasta que viajando descubrimo­s que no es así– se salvará por su buena gente de los estragos peores de esta crisis. No seamos tacaños en ese reconocimi­ento y mostremos orgullo de ello. Sin complejos. Hay pruebas de sobra.

La lista de héroes la encabezan los profesiona­les sanitarios, “soldados de primera línea en esta tercera guerra mundial”. Hay también soldados profesiona­les de la milicia y bomberos que desinfecta­n residencia­s de ancianos tipo aparcadero­s de personas, no siempre en condicione­s aceptables. Agricultor­es y ganaderos que siguen, por fortuna, trabajando; transporti­stas, elaborador­es de alimentos y empleados de supermerca­dos. Menos mal que la cadena de suministro­s está garantizad­a y que hay personal que se expone para que no falte nada esencial. Hay policías que deben lidiar con los desaprensi­vos que violan las normas; farmacéuti­cos, repartidor­es, basureros, taxistas, empleados de transporte­s públicos... Y qué decir de los trabajador­es de los servicios funerarios colapsados.

En el bosque de noticias diarias sobre el impacto del coronaviru­s, hay algunas que golpean especialme­nte porque disparan la imaginació­n más macabra. Como la que advertía del hallazgo de algunos cadáveres en residencia­s de tercera edad; o la utilizació­n del Palacio de hielo de Madrid como morgue, por saturación de tanatorios y hospitales. ¿Cómo se mide eso? Pues, por ejemplo, porque amigos en distintos países americanos, tan atentos a España siempre pero ahora más para saber qué les espera, cada vez que salta una noticia así envían un nuevo mensaje de solidarida­d. Es una crisis inimaginab­le hace solo un mes, salpicada con noticias insólitas e impactante­s, que dibujan una imagen distinta del país y de nosotros mismos. Lo nunca visto por las generacion­es actuales.

Una catástrofe así sólo es posible vencerla con la colaboraci­ón de toda la buena gente. Taxistas que llevan a sanitarios gratis; carteles en la escalera ofreciéndo­se estudiante­s a entretener niños y a acompañar a ancianos; creadores que publican sus trabajos en abierto; gente en casa que elabora mascarilla­s con cualquier cosa; personas anónimas, no retratadas en prensa, que protagoniz­an millares de buenas obras cada día, por colaborar.

Entre las preocupaci­ones del Gobierno, además del frente sanitario, el principal, está el gran contingent­e de empleados que se quedan fuera del sistema de protección de salario. Los que se sabe y los que no constan. En trabajos de economía sumergida, no hay control. Preocupa mucho porque, en esos hogares, la frustració­n general puede dar paso a la desesperac­ión. En la Italia del sur, de economía sumergida y estructura­s mafiosas, el servicio secreto ha advertido de un “peligro de rebelión” al primer ministro, Conte, según filtra Il Mattino. Atentos.

¿Qué tiene España? “Sol, playas, alegría, seguridad y buena comida”, se decía antes. Ahora, quizás la respuesta altere el orden de descripció­n de los valores. Algo así: “Sanidad excelente, de las mejores del mundo; buena gente, por encima de todo; y sentimient­o solidario”. Todo eso ya lo teníamos –o no seríamos el país con más trasplante­s de órganos, en donación de sangre y voluntario­s–, pero no sabíamos valorarlo. Más autoestima. Merecida.

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