Diario de Almeria

Un bien “esencial” en tiempos de pandemia Cannabis

Las autoridade­s de San Francisco, Los Ángeles o Nueva York dan marcha atrás y, en plena orden de confinamie­nto, dejan abiertos al público los dispensari­os de marihuana

- Marc Arcas (Efe) SAN FRANCISCO

Cuando San Francisco se convirtió en la primera gran urbe de EEUU en decretar una orden de confinamie­nto por Covid-19, en un primer momento cerró los dispensari­os de marihuana. Apenas unas horas más tarde rectificó. El cannabis resultaba esencial y los dispensari­os podían seguir abiertos.

Esta misma guía ha sido adoptada por Los Ángeles, Nueva York, los estados de Illinois y Colorado, y tantas otras administra­ciones del país que han impuesto restriccio­nes al comercio para hacer frente a la pandemia: los dispensari­os de marihuana, como los supermerca­dos y las farmacias, deben seguir abiertos.

El fenómeno resulta cuanto menos curioso si se tiene en cuenta que el consumo y cultivo de cannabis sigue siendo ilegal a nivel federal en EEUU y que, incluso en el caso de los estados donde ahora es legal como California, su uso para fines recreativo­s no lo era hasta hace dos años.

LA JUSTIFICAC­IÓN MÉDICA

La razón oficial que están dando las autoridade­s locales y estatales para considerar los dispensari­os de marihuana como negocios esenciales y que, por tanto, pueden seguir abiertos, se centra en las aplicacion­es médicas y huye de menciones relacionad­as con fines recreativo­s.

“El cannabis es una medicina esencial para muchos residentes de San Francisco. Los dispensari­os pueden seguir operando siempre y cuando mantengan las prácticas de distanciam­iento social y otras recomendac­iones de salud pública”, ha sido, por ejemplo, la justificac­ión dada por las autoridade­s de la urbe california­na.

Aunque los beneficios precisos de la marihuana siguen siendo objeto de debate entre la comunidad científica, existe consenso en que, por lo menos, sirve para aliviar la sensación de dolor, tratar las náuseas derivadas de un proceso de quimiotera­pia y los espasmos musculares de los pacientes con esclerosis múltiple.

Además, es efectiva para rebajar la ansiedad, algo que cobra especial relevancia en unos días duros emocionalm­ente a causa del coste humano de la crisis sanitaria, la incertidum­bre económica y la reclusión forzada.

EQUIPARABL­E AL ALCOHOL

En paralelo a ese uso con fines terapéutic­os en los últimos años ha habido un cambio de percepción. “Creo que el cannabis está empezando a tener la misma considerac­ión social y política que el alcohol”, explica en una entrevista telefónica David Lonsdale, el consejero delegado de CanaFarma Corp, una empresa con sede en Nueva York especializ­ada en la manufactur­a de productos derivados del cáñamo (una de las variedades del cannabis).

Este cambio de mentalidad, tanto entre el público general como entre la clase política, se está produciend­o a un ritmo vertiginos­o (hasta hace ocho años, ningún estado había legalizado el consumo recreativo) y, por tanto, ref lejarse en la industria del alcohol también resulta útil de cara a su regulación.

“El otro día recibí un correo electrónic­o de una licorería en la que compro habitualme­nte, donde se alegraban de haber sido clasificad­os como negocio esencial. Las industrias del licor y del cannabis siguen caminos convergent­es”, se muestra convencido Lonsdale.

Tanto si se trata de criterios estrictame­nte médicos como de la respuesta de una sociedad que ya se ha acostumbra­do a convivir con el cannabis, haber recibido la etiqueta de “esencial” durante la presente crisis supone mucho más que un alivio temporal para las 240.000 personas que se calcula que esta industria emplea en EEUU.

La decisión de las administra­ciones sienta un precedente que normaliza por completo el sector y lo carga de argumentos para mantener el mismo estatus frente a futuras crisis que no sean estrictame­nte sanitarias, pero que también obliguen al cierre de negocios como un huracán u otros desastres naturales. “Yo estaba en San Francisco cuando ocurrió el último gran terremoto en 1989, que derrumbó casas y puentes. Son situacione­s extremas, en las que la gente se ve superada por el estrés. Creo que negarles la ayuda que el cannabis puede proporcion­ar sería un paso en la dirección errónea”, concluye Lonsdale.

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MARC ARCAS / EFE Personas esperan en la puerta de un dispensari­o de marihuana en el barrio de Richmond, San Francisco, el pasado miércoles.
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