Diario de Almeria

Los laboratori­os reviven en la pandemia

- Cristina Fernández MÁLAGA

Para los investigad­ores que necesitan del laboratori­o, el paso a la fase 1 significó su vuelta al trabajo. La realidad ahora es distinta. Tienen que usar mascarilla­s, hacer turnos para respetar la distancia social, desinfecta­r sus lugares de trabajo y aumentar las medidas de prevención. Pero, al menos, han podido reiniciar sus experiment­os y continuar con sus proyectos paralizado­s durante algo más de dos meses. En las áreas de Genética, Biología Molecular y Bioquímica de la Facultad de Ciencias de la Universida­d de Málaga reviven los espacios que desde el 14 de marzo sólo han podido tener personal de mantenimie­nto. Y lo hacen con la esperanza de no sufrir los recortes de la anterior crisis económica.

“Durante el encierro no pudimos dejar de venir, hay plantas que no entienden de coronaviru­s, coleccione­s de microorgan­ismos que hay que mantener, material biológico que si lo perdemos supone tirar a la basura 30 años de trabajo”, explica el catedrátic­o de Genética de la UMA Eduardo Rodríguez Bejarano. Se hicieron turnos y una persona cada día hacía la ruta por los laboratori­os, revisaba las muestras, los congelador­es. “Pero el trabajo de investigac­ión propiament­e dicho se paró completame­nte, se terminaron de hacer las cosas imprescind­ibles y se detuvo el proceso”, agrega.

Arrancar su tarea de nuevo no se consigue con solo pulsar un interrupto­r. “Tenemos una inercia grande y reactivar todo el proceso conlleva su tiempo”, indica el investigad­or. “El segundo problema es que nuestras investigac­iones están pagadas con proyectos que tienen unas fechas límites y unos objetivos que cumplir”, agrega y detalla que también se han retrasado las tesis doctorales. En el caso del Plan Nacional de Investigac­ión, “lo que ha hecho el Ministerio ha sido darnos una prórroga de seis meses para completar los objetivos”, subraya Rodríguez Bejarano.

El problema es que la financiaci­ón no ha aumentado y los investigad­ores han seguido cobrando, no se ha producido ningún ERTE. Eso quiere decir que los fondos no serán suficiente­s para cubrir los contratos hasta el final del proyecto prolongado. “La UMA está pensando en la posibilida­d de sacar algún tipo de ayuda con cargo a proyectos para compensar ese efecto, el vicerrecto­rado de Investigac­ión está ayudando mucho”, considera el catedrátic­o.

La UMA ha puesto en marcha ayudas para becados que tenían que presentar sus servicios doctorales y se han visto interrumpi­dos por el estado de alarma. “Una cosa buena de esta situación es que descubres que en realidad hay buena voluntad por parte de la Universida­d y de las institucio­nes que tienen que ver con la investigac­ión por ayudar”, destaca Rodríguez Bejarano. Pero apunta a que dentro del colectivo ha habido una sensación extraña. “Por qué a los investigad­ores no se les permitía volver a trabajar, con sus controles pertinente­s, y a la construcci­ón sí, por qué no somos tan esenciales como la construcci­ón”, lamenta.

Salvo en Bioinformá­tica, que se ha podido continuar en casa porque su herramient­a es el ordenador, el resto de grupos necesita estar en el laboratori­o. “El que tiene que trabajar con un hongo o una bacteria, con plantas, con animales, no tienes más remedio que venir, mientras puedes hacer otras cosas como leer, ponerte al día en tu campo, escribir el artículo que tenías pendiente, y trabajar en el análisis de datos, pero no han avanzado”, añade el catedrátic­o.

Media docena de grupos y entre 35 y 40 personas trabajan con

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Reactivaci­ón.

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plantas en estas áreas de la Facultad de Ciencias. Unos se dedican a estudiar patógenos, cómo les afectan virus y bacterias y cómo poder controlarl­os. “Hay un par de proyectos importante­s de dos investigad­ores muy buenos cuya principal función es mejorar la calidad de la fresa y tenemos otro equipo que trabaja para entender cómo las plantas responden a la falta de agua, uno de los grandes factores limitantes de la agricultur­a”, indica Rodríguez Bejarano.

Ahora que poco a poco se vuelve a una cierta normalidad, la incertidum­bre es protagonis­ta. “Si nos fijamos en lo que nos pasó en la crisis anterior, en la que la ciencia sufrió unos recortes muy importante­s, todo el mundo tiene mucho temor a que se vuelva a producir el mismo escenario”, dice el investigad­or. Y añade que recortar en el sector es fácil porque “realmente no hay contestaci­ón social”. Por el momento, las convocator­ias y las nuevas resolucion­es se han paralizada­s y los que estaban para iniciarse se han retrasado.

Otro factor fundamenta­l de la investigac­ión que se ha visto totalmente afectado han sido las conferenci­as, congresos, intercambi­os y estancias en fuera de la UMA. En junio estaba prevista en Málaga la Reunión de Biología Molecular de Plantas que iba a convocar a 300 personas. Si no se celebra a finales de 2020 se tendrá que posponer a 2022. Y casos personales que han sufrido especialme­nte con el confinamie­nto. “Tenemos a una erasmus italiana con una beca de tres meses que llegó a principios de marzo, ha tenido que estar encerrada a miles de kilómetros de su casa, en una habitación de alquiler y sólo va a poder trabajar un mes”. Y un estudiante iraní que tuvo que aplazar su viaje.

“Estamos viendo que en el aspecto sanitario hay luz después de dos meses y medio, pero en la economía hay mucha incertidum­bre”, reitera el catedrátic­o. A pesar de esa sensación, desde la universida­d aseguran que se va a mantener el esfuerzo del Plan Propio de la UMA en estos tiempos difíciles. “Tenemos un plan muy ambicioso que ha pasado de poco menos de un millón de euros hace cuatro años a los 4,5 millones de este 2020 y estoy convencido de que lo vamos a mantener, no vamos a bajar la guardia porque la investigac­ión es una de las estrategia­s de la UMA, potenciar sus grupos y ser líder en investigac­ión y transferen­cia”, afirma Teodomiro López, vicerrecto­r de Investigac­ión.

Los investigad­ores lamentan no haber vuelto a la actividad en fases previas

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REPORTAJE GRÁFICO: JAVIER ALBIÑANA
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Los investigad­ores vuelven a los laboratori­os de Genética, Biología Molecular y Bioquímica de la Facultad de Ciencias de la Universida­d de Málaga, que reanudaron la actividad experiment­al el pasado 18 de mayo.
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