Los laboratorios reviven en la pandemia
Para los investigadores que necesitan del laboratorio, el paso a la fase 1 significó su vuelta al trabajo. La realidad ahora es distinta. Tienen que usar mascarillas, hacer turnos para respetar la distancia social, desinfectar sus lugares de trabajo y aumentar las medidas de prevención. Pero, al menos, han podido reiniciar sus experimentos y continuar con sus proyectos paralizados durante algo más de dos meses. En las áreas de Genética, Biología Molecular y Bioquímica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga reviven los espacios que desde el 14 de marzo sólo han podido tener personal de mantenimiento. Y lo hacen con la esperanza de no sufrir los recortes de la anterior crisis económica.
“Durante el encierro no pudimos dejar de venir, hay plantas que no entienden de coronavirus, colecciones de microorganismos que hay que mantener, material biológico que si lo perdemos supone tirar a la basura 30 años de trabajo”, explica el catedrático de Genética de la UMA Eduardo Rodríguez Bejarano. Se hicieron turnos y una persona cada día hacía la ruta por los laboratorios, revisaba las muestras, los congeladores. “Pero el trabajo de investigación propiamente dicho se paró completamente, se terminaron de hacer las cosas imprescindibles y se detuvo el proceso”, agrega.
Arrancar su tarea de nuevo no se consigue con solo pulsar un interruptor. “Tenemos una inercia grande y reactivar todo el proceso conlleva su tiempo”, indica el investigador. “El segundo problema es que nuestras investigaciones están pagadas con proyectos que tienen unas fechas límites y unos objetivos que cumplir”, agrega y detalla que también se han retrasado las tesis doctorales. En el caso del Plan Nacional de Investigación, “lo que ha hecho el Ministerio ha sido darnos una prórroga de seis meses para completar los objetivos”, subraya Rodríguez Bejarano.
El problema es que la financiación no ha aumentado y los investigadores han seguido cobrando, no se ha producido ningún ERTE. Eso quiere decir que los fondos no serán suficientes para cubrir los contratos hasta el final del proyecto prolongado. “La UMA está pensando en la posibilidad de sacar algún tipo de ayuda con cargo a proyectos para compensar ese efecto, el vicerrectorado de Investigación está ayudando mucho”, considera el catedrático.
La UMA ha puesto en marcha ayudas para becados que tenían que presentar sus servicios doctorales y se han visto interrumpidos por el estado de alarma. “Una cosa buena de esta situación es que descubres que en realidad hay buena voluntad por parte de la Universidad y de las instituciones que tienen que ver con la investigación por ayudar”, destaca Rodríguez Bejarano. Pero apunta a que dentro del colectivo ha habido una sensación extraña. “Por qué a los investigadores no se les permitía volver a trabajar, con sus controles pertinentes, y a la construcción sí, por qué no somos tan esenciales como la construcción”, lamenta.
Salvo en Bioinformática, que se ha podido continuar en casa porque su herramienta es el ordenador, el resto de grupos necesita estar en el laboratorio. “El que tiene que trabajar con un hongo o una bacteria, con plantas, con animales, no tienes más remedio que venir, mientras puedes hacer otras cosas como leer, ponerte al día en tu campo, escribir el artículo que tenías pendiente, y trabajar en el análisis de datos, pero no han avanzado”, añade el catedrático.
Media docena de grupos y entre 35 y 40 personas trabajan con
1
2
Reactivación.
3
plantas en estas áreas de la Facultad de Ciencias. Unos se dedican a estudiar patógenos, cómo les afectan virus y bacterias y cómo poder controlarlos. “Hay un par de proyectos importantes de dos investigadores muy buenos cuya principal función es mejorar la calidad de la fresa y tenemos otro equipo que trabaja para entender cómo las plantas responden a la falta de agua, uno de los grandes factores limitantes de la agricultura”, indica Rodríguez Bejarano.
Ahora que poco a poco se vuelve a una cierta normalidad, la incertidumbre es protagonista. “Si nos fijamos en lo que nos pasó en la crisis anterior, en la que la ciencia sufrió unos recortes muy importantes, todo el mundo tiene mucho temor a que se vuelva a producir el mismo escenario”, dice el investigador. Y añade que recortar en el sector es fácil porque “realmente no hay contestación social”. Por el momento, las convocatorias y las nuevas resoluciones se han paralizadas y los que estaban para iniciarse se han retrasado.
Otro factor fundamental de la investigación que se ha visto totalmente afectado han sido las conferencias, congresos, intercambios y estancias en fuera de la UMA. En junio estaba prevista en Málaga la Reunión de Biología Molecular de Plantas que iba a convocar a 300 personas. Si no se celebra a finales de 2020 se tendrá que posponer a 2022. Y casos personales que han sufrido especialmente con el confinamiento. “Tenemos a una erasmus italiana con una beca de tres meses que llegó a principios de marzo, ha tenido que estar encerrada a miles de kilómetros de su casa, en una habitación de alquiler y sólo va a poder trabajar un mes”. Y un estudiante iraní que tuvo que aplazar su viaje.
“Estamos viendo que en el aspecto sanitario hay luz después de dos meses y medio, pero en la economía hay mucha incertidumbre”, reitera el catedrático. A pesar de esa sensación, desde la universidad aseguran que se va a mantener el esfuerzo del Plan Propio de la UMA en estos tiempos difíciles. “Tenemos un plan muy ambicioso que ha pasado de poco menos de un millón de euros hace cuatro años a los 4,5 millones de este 2020 y estoy convencido de que lo vamos a mantener, no vamos a bajar la guardia porque la investigación es una de las estrategias de la UMA, potenciar sus grupos y ser líder en investigación y transferencia”, afirma Teodomiro López, vicerrector de Investigación.
Los investigadores lamentan no haber vuelto a la actividad en fases previas