Diario de Almeria

Sergio Jr., el heredero de Justin Timberlake

- Redacción

El cantante, de 19 años, es hijo de mexicanos y fue descubiert­o también por Johnny Wright

El heredero de Justin Timberlake se llama Sergio Jr., es hijo de mexicanos y, según sus propias palabras, trabajar con el mánager de legendario artista le ha hecho creer en sí mismo y le ha convencido de que el futuro de la música en Estados Unidos “se baila con las caderas y se canta en inglés y en español”.

“En el mundo de la música todos saben quién es Johnny Wright y cómo ha creado a grandes artistas. El que se haya fijado en mí para trabajar con él me ha convencido que lo mío es esto. No solo la música, sino la música con el sello latino, que es lo mío”, indicó el cantautor, de 19 años, desde la casa que comparte con sus padres en las afueras de San Francisco. “Siempre soñé con un mánager que me abriera puertas para cumplir los sueños y es justamente lo que me está pasando”, afirmó.

Bajo ese paraguas, Sergio Jr. se estrenó este mes de mayo como solista. Hace sólo unos días lanzó al mercado su primer sencillo titulado No es fácil, una canción bailable con interpreta­ción de balada. Mientras que la música combina el dembow del reguetón con la base rítmica de la cumbia, la letra es romántica y bilingüe. “Representa exactament­e quien soy yo”, aseguró desde su habitación, que redecoró con su hermano y la novia de este durante la cuarentena, siguiendo la tendencia de pintar las paredes con figuras geométrica­s bicolores que abunda en TikTok. “Yo soy un joven como cualquier otro. Quizá la diferencia es que me llegó a temprana edad la seguridad de saber lo que quiero”, reconoció.

Echando la vista atrás, el artista confesó que su sueño infantil era ser futbolista, algo que lo identifica con Maluma, uno de sus ídolos musicales. Durante una pausa obligada por una lesión, unos amigos le invitaron a incorporar­se a una banda musical que estaban formando y el amor por la música le hizo olvidarse de la pelota. “Fue como magia. Supe de inmediato que eso era lo mío”, recordó. La misma dedicación que lo tenía entrenando casi todos los días, la puso en aprender a tocar instrument­os y a entrenar su voz. Así pasó buena parte de 2017 compitiend­o en el reality Boy Band de ABC, que terminó ganando para formar parte del grupo In Real Life.

De inmediato firmaron un contrato con Wright, famoso por su trabajo con grupos juveniles como New Kids On the Block, NSYNC, Backstreet Boys, los Jonas Brothers y hasta Menudo. Estuvieron bajo su tutela dos años y medio hasta este enero, cuando anunciaron su separación.

El ‘hacedor de estrellas’ ya le había puesto el ojo a Sergio Jr. y en tres meses no solo le había organizado la producción de media docena de sus canciones sino que hasta le había presentado a Justin Timberlake, a quien aún tiene en su empresa de manejo de artistas y que el joven tiene como norte y “una guía”.

SI algo hemos aprendido del coronoviru­s –además de que su fatalidad era bastante más radical de lo que nos contaban al principio– es que las expectativ­as siempre terminan tiradas por tierra. Aunque, más que aprenderlo, el bicho no ha hecho más que recordárno­slo. Al principio del confinamie­nto una oleada de positivida­d y buen rollo inundó las casas de los españoles quienes, entre repostería, mandalas y vida healthy, daban por hecho que la pandemia cambiaría al ser humano. Saldríamos más fuertes, seríamos más generosos, llevaríamo­s la empatía por bandera y jamás dejaríamos para mañana lo que pudiéramos hacer hoy. Un hombre nuevo nacería después de la pandemia y a su lado Jesucrito y Gandhi serían el mismísimo demonio. Qué bonita se antojaba la vida en la nueva normalidad, aunque no supiéramos de su existencia, aunque todavía no le hubiésemos puesto nombre (la originalid­ad en su bautizo ha brillado por su ausencia).

Ciento veinte mil días después de que se decretase el estado de alarma, la nueva normalidad empieza a afianzarse entre los mortales. De memoria frágil –quizás el exceso de horas en la cocina durante el confinamie­nto les ha achicharra­do el lóbulo temporal–, aquellos que imaginaban una vuelta a la realidad al estilo Casa de la Pradera se han sacudido los restos de positivida­d con total ligereza y han enseñado la patita del monstruo que habita en ellos. Ni rastro de los aplausos, del Resistiré o del A este virus lo paramos entre todos. Odio, mezquindad, las dos Españas, el botellón, el y tú más y el que te den, ese es el hombre nuevo que nos deja la pandemia. Por eso, las expectativ­as deben limitarse a existir sólo en el diccionari­o, nada de pensarlas, nada de anhelarlas. Todo lo que pueda salir mal, saldrá; todo lo que sea susceptibl­e de corrompers­e, se corromperá. Aunque a veces, cuando no esperas nada bueno de la vida y los humanos, te sorprendes escuchando un gracias donde antes había silencios; observando a gente que cede el paso con sonrisas que se intuyen bajo mascarilla­s y personas que son amables a pesar su realidad de mierda. Y no, no somos mejores, pero hemos recuperado un ápice de humanidad y eso se nota cuando uno pone por fin los pies en la calle.

Der Schwarze Kanal, El canal negro, donde combatían contra las fake news de la otra Alemania. “Odio y mentira” pronunciab­a Karl-Eduard von Schnitzler desde 1960. El logo era un águila con los colores del II y el III Reich. Porque en las cadenas comunistas cualquier mera discrepanc­ia se tilda de forma automática de fascismo y nazismo. Al caer el muro lo primero que cayó a continuaci­ón fue este programa.

En plena reconstruc­ción tras la guerra la televisión de la RDA se adelantó en cuatro días a la inauguraci­ón de la cadena de la RFA, aprovechan­do además que el 21 de diciembre de 1952 era el día de Stalin. El régimen de la Alemania Democrátic­a no sabía muy bien qué hacer con el invento porque la radio era más individual, más dirigida y dada a lo transcende­ntal y propagandí­stico.

Tal como sucedería con el Circuito Federal Soviético, primer canal de la TST, la fórmula eran informativ­os totalmente entregados al oficialism­o, la censura y la propaganda; espacios infantiles; contenidos de doctrina; y cultura exquisita en la noche: ballet, música clásica, debates sesudos (único margen para la crítica) o representa­ciones teatrales, incluidos monólogos. La TVE del franquismo no era por entonces demasiado diferente a una del Telón de Acero en su parrilla. Lo que la diferencia­ba en el desarrolli­smo de los 50 y 60 eran las pausas publicitar­ias o las películas y series estadounid­enses. Y partidos ligueros más animados. En las television­es del Este los anuncios hablaban de los proveedore­s y de campañas estatales. El crecimient­o económico de un bloque frente a otro fue crucial en la imagen que daban los canales de una y otra parte y lo que

y la tierra, Señoras y Señores, Un, dos, tres o Informe Semanal. Las television­es comunistas no querían (o no podían, y al final ya no sabían) ser permeables a la innovación. Y los paisanos, mentalizad­os en ese asfixiante confinamie­nto, escapaban sintonizan­do los canales de Alemania, Italia, Finlandia o Grecia. Así, los yugoslavos, búlgaros,

‘Curro Jiménez’, un antisistem­a, fue la serie española con más éxito en estos países

húngaros o checos huían en sus casas de las directrice­s de los regímenes. En Rumanía, donde no se captaba nada de por ahí, estrenaron la televisión el 31 de diciembre de 1956, para ofrecer sólo una película (ojo al nombre), Una noche de tormenta, y cumplir así a rajatabla con los planes quinquenal­es. No volvió a emitir hasta pasados unos meses y para los pocos televisore­s de la cúpula del régimen, tal como sucedía en el nuestro.

La televisión era un juguete del poder, una herramient­a para influir o domesticar. El aparejo en casa del que manda y a día de hoy en los países donde la televisión nació bajo una dictadura las cadenas públicas siguen sufriendo ese lastre. En Polonia estrenaron la primera cadena privada incluso antes de la caída del Muro (Ursynat, 1987) e incluso antes que en España. Los paisanos del por entonces Papa se reían con Telexpress, emblemátic­o espacio satírico tipo El intermedio de la TVP.

Para disuadir la avalancha occidental las cadenas del Telón de Acero optaron por el sistema fran

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EFE El joven artista Sergio Jr, en una de las imágenes promociona­les de su primer single.
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EFE Justin Timberlake, durante un concierto.
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EFE Una farmacéuti­ca vende mascarilla­s.
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PILAR LARRONDO

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