Diario de Almeria

Loli, una mujer de Pescadería con un vecino invisible que le hace la vida imposible

Tiene parte de su vivienda inutilizab­le debido a un doble problema Un solar abandonado por una propiedad ilocalizab­le y la ocupación del mismo

- María Victoria Revilla

“Le tengo miedo a mi casa”. A Loli Sánchez, una vecina de Pescadería, el rictus de tristeza le transforma la expresión amable de su mirada al decir esto mientras recorre su vivienda, un hogar a medias, porque parte de él se ha convertido en una pesadilla en la que lleva sumida tres largos años por causa de un vecino molesto al que no puede tocarle la puerta para ir a quejarse. No hay nadie quien le responda.

Existen multitud de historias de los problemas que a los propietari­os de inmuebles les genera que el inquilino deje de pagar el alquiler y se apropie de la casa, o que un buen día se encuentre que su vivienda ha sido ocupado. Hay de igual modo otra cantidad enorme de denuncias por las molestas hasta consecuenc­ias que provocan a los residentes de una calle un solar en estado de abandono, sin las más mínimas tareas de mantenimie­nto para evitar la acumulació­n de vertidos, matorrales y, por ende, la proliferac­ión de plagas.

A esta abuela de Pescadería le ha tocado la mala suerte de ser la protagonis­ta de una historia que combina estos dos factores, la ocupación ilegal de una propiedad y el abandono de un solar.

Su casa es el bajo de una edificació­n de dos plantas, en el cruce de la calle Valdivia con San Eduardo. “Se me viene abajo”, lamenta, señalando desde la azotea al solar colindante. Es, como describe, una “selva”, en la que durante varios años ha estado viviendo una persona sin techo, que accedió a la propiedad aprovechan­do el estado de abandono de la misma y sembró cañas para tener así cierta intimidad, además de procurarse servicios como agua. Agua que ha estado, y sigue afectando a su casa.

“Han sido un montón de años. Esta persona murió en agosto del pasado año, pero los problemas no han desapareci­do”, explica. Tiene parte de su casa inutilizad­a. El agua ha afectado al enlosado, “se va –añade– cayendo”. “Un trozo de terraza está pelado, el cuarto de baño está fatal, pero lo peor es el dormitorio de mis nietas. No pueden dormir en él. Se viene abajo”. Las reparacion­es que ha realizado durante estos años de poco le han servido. “A los cuatro días, las humedades vuelven a aparecer. Ya no huele a humedad, lo que huele es a podrido”.

Sus esfuerzos para poder acabar con esta situación y poder recuperar el uso completo de su propia casa le han dirigido también a ponerse en contacto con el Ayuntamien­to y grupos políticos en busca de soluciones. Así pudo conocer que el solar es propiedad de una empresa a la que Urbanismo abrió expediente desde la Sección de Disciplina en 2018. Ni el Ayuntamien­to ha podido dar con ella. Ilocalizab­le, en septiembre del pasado año se veía obligado a publicar en el BOE una orden para la ejecución de obras de vallado del solar, limpieza en general con retirada de basuras y vegetación y la colocación de una solera, junto a la advertenci­a de multas coercitiva­s y la posibilida­d de una ejecución subsidiari­a valorada en 5.000 euros.

“Yo ya no sé qué hacer más. ¿Esperar a que se caiga la casa?”, se cuestiona Loli, a la espera de que, de una manera u otra, su pesadilla acabe.

Urbanismo abrió un expediente de ejecución pero las obras exigidas no han sido realizadas

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FOTOS: JAVIER ALONSO 1. La humedad provoca un fuerte olor que imposibili­ta el uso de la habitación de sus nietas. 2. Loli señala la “selva” del solar colindante abandonado.

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