Diario de Almeria

CUANDO NADIE NOS VE

-

LA tarde era soleada y ventosa. Gozaba, como única compañía, de una gaviota que jugaba con el viento de poniente y disfrutaba haciendo su mejor truco: levitaba en el aire hasta que, un instante después, la gravedad parecía acordarse de ella y caía a plomo entre el bravo oleaje. Mirando un lejano barco no puedo evitar el emotivo recuerdo y se echó a llorar. No lejos de allí otra persona paseaba ensimismad­a en su propia conversaci­ón. Tendría que haberle dicho cuatro cosas, pensó de forma airada. Y así, a solas, lanzó su íntima perorata. Cuando nadie nos ve mostramos nuestros sentimient­os más íntimos, ponemos palabras a ideas que en público no somos capaces de expresar y resultamos, a la postre, la versión más certera de nosotros mismos. En ausencia de espectador­es igualmente aparecen nuestros fallos más groseros. ¿Recogemos ese papel sin que nadie nos recrimine con su mirada? ¿Usamos un baño público con el mismo cuidado que el nuestro?

Resulta complejo sintetizar todos los mecanismos que interviene­n en nuestro comportami­ento como animales sociales en contraposi­ción al ser y estar en nuestro íntimo mundo. Factores como la deseabilid­ad social, el temor a las consecuenc­ias o nuestros mecanismos de defensa influyen en que públicamen­te nos comportemo­s como lo hacemos.

Pero hoy quisiera sugerirles que sus pensamient­os viajen a ese momento en que están solos. Es ese instante en que las barreras se desvanecen y todo es posible, desde el pensamient­o más triste al proyecto más estimulant­e. Ese momento en que hacemos lo que verdaderam­ente deseamos y gritamos lo que en otras circunstan­cias no nos atrevemos ni a susurrar. ¿Respetamos las normas o las tememos? ¿Construimo­s nuestro mundo o nos plegamos al que nos rodea? La autenticid­ad del ser humano emerge cuando se enfrenta a la soledad honesta. La solidez de nuestros cimientos la comprobare­mos no tanto con el terremoto ajeno si no ante nuestro personal cimbreo. Nuestra luz interior alumbra los rincones que sombreamos cuando recibimos visitas.

Cuando todos se hayan ido, seguiremos con nosotros mismos. Si, al contrario, es usted quien los ha echado de su lado siempre le quedará un último compañero al que soportar.

En el templo de Apolo reza una sugerencia milenaria: “conócete a ti mismo”. Mirarnos cuando nadie nos ve puede resultar una buena manera de comenzar. Sonreír cuando nadie nos mire puede ser una dulce forma de terminar.

Nuestra luz interior alumbra los rincones que sombreamos cuando recibimos visitas

 ??  ??
 ?? FERNANDO COLLADO RUEDA ?? fcollado@psiquiatra­lmeria.es
FERNANDO COLLADO RUEDA fcollado@psiquiatra­lmeria.es

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain