ANÁLISIS
GRANADA ya tiene presupuestos. Falta votar, pero el acuerdo está firmado. Una noticia rutinaria si no fuera porque es la única capital de España que llevaba cinco años prorrogando las cuentas que aprobó en 2015 el entonces alcalde José Torres Hurtado –antes de la vergonzosa foto de su salida entre cartones de la sede del Ayuntamiento acusado de corrupción– y porque se ha producido justo en paralelo a uno de los momentos de mayor crispación de la política nacional.
No todos son iguales y en Granada, por mucha trastienda, tacticismo y estrategia que haya tenido el pacto, lo han entendido. La crisis del Covid-19 ha vuelto a poner la ciudad en el foco mediático nacional y esta vez lo ha hecho en positivo: al otro lado del esperpento que hemos visto en el Congreso (de la crisis por el pacto con Bildu a las inundadas cloacas de Interior pasando por la cadena de insultos de sus señorías con el momento estelar de Álvarez de Toledo e Iglesias), Ciudadanos, PP y PSOE se han puesto de acuerdo para colocar los intereses de la ciudad por encima de las siglas.
Lo han llamado el Pacto del Rasillo por la celebración final de las reuniones en la conocida sede de la Policía Local (mucho más sugerente Pacto del codo” como lo hemos bautizado en este medio) y, siendo críticos, no es ninguna panacea. Lo saben los firmantes y resulta fácil de intuir por el duro escenario eco
–Primera clave: una baraja con tres comodines. El bipartito presentó a primeros de año un borrador y, desde marzo, Luis Salvador como alcalde (Cs) y Luis González como aliado de máxima confianza del PP y responsable directo del presupuesto han estado pulsando las sensibilidades del resto de los grupos y haciendo cuentas. Las de la aritmética de los votos. Bastaba con que PSOE, Podemos-IU o Vox apoyaran por separado el documento para sacarlo adelante. ¿Quién se haría la foto? –Segunda clave: había que desactivar egos y vanidades. Con mente, todo el mandato. Con Sebastián Pérez en la retaguardia desde el sonoro portazo que dio a su partido dejando la presidencia provincial, la polémica del cambio de alcalde a mitad de mandato tiene poco recorrido y un instrumento como un presupuesto acabará dando oxígeno a Ciudadanos.
“generosidad” con la ciudad, una iniciativa que les ha dado puntos y visibilidad tanto en San Vicente como en Ferraz, para sus aliados naturales de la “extrema izquierda” ha sido prácticamente como una traición y un error mayúsculo. Porque no sólo afianzan a Salvador como alcalde sino que también dan alas al concejal César Díaz como alcaldable.
–Tercera clave: César Díaz, Luis González, Sebastián Pérez... Pero es otro debate… y otra reflexión. Porque la foto con los tres portavoces de PP, Cs y PSOE tiene una lectura básica de desactivación parcial de vanidades (ahí Cuenca es el “alcalde en la sombra”) pero también en clave de partido y hasta electoral (que Díaz se
–Quinta clave: Cuenca saca a Cambril de la foto. La alianza morada vuelve a hacer aguas a nivel regional y, en el tablero municipal, conjugar el perfil de Antonio Cambril (Podemos) y de Paco Puentedura (IU) tampoco resulta fácil. En este punto, que el bipartito haya mantenido una negociación independiente a tres bandas –al estilo de lo que defiende Díaz Ayuso en Madrid frente a sus socios de Cs– ha terminado siendo clave: el Pacto por la Reconstrucción que habían propuesto desde Podemos-IU se había convertido en una línea roja que el PSOE ha sabido neutralizar.
El “malo” de la negociación ha sido en todo momento el concejal de Economía, Luis González (PP), pero consciente de que hasta habrá quien le eche en cara que han planteado un presupuesto de “izquierdas”, con una evidente carga social y medioambiental que tendrá continuidad en la revisión del PGOU. Y saldrá en la foto cuando toque: con Luis Salvador cuando esté todo atado (y votado) y sea el bipartito quien escenifique que, en democracia, lo que vale es el arte de la negociación y el pragmatismo de la aritmética. Si además es anteponiendo los intereses de la ciudad...
Leamos con detalle la foto: están Olivares (no Luis Salvador), Cuenca (en el centro) y César Díaz (no Luis González ni Sebastián)